19 noviembre 2012

Para trabajar bien, andá a mirar monos


Por Humberto Acciarressi

Si faltaba algo para bajarle la autoestima a los seres humanos, las puertas del zoológico de Chester, Inglaterra, se abren más frecuentemente por las clases que un tal Patrick van Veen -biólogo, holandés, experto en liderazgo- le da a jefes y empleados de empresas británicas. El experto manifiesta que observar el comportamiento de chimpancés y monos varios convierte el lugar de trabajo en una especie de paraíso ¿La razón? Que esto ayuda a comprender más a sus colegas.

El tal Patrick evoca que inició sus investigaciones inspirado en un antiguo jefe, que "era un verdadero gorila". Y lo describe: musculoso, dos metros, anteojos pequeños por sobre los cuales miraba a la gente. Por su lado, la doctora Sonya Hill, investigadora en el zoológico de marras, nos recuerda que sólo hay una diferencia de 1,4% en material genético entre humanos y chimpancés. Es repugnante, pero científicamente parece ser así. Hay fanáticos de "El planeta de los simios". No es mi caso.

El asunto es que -pacto mediante- el holandés y el zoo británico se pusieron de acuerdo y ahora hay gente de saco y corbata que hace cola para mirar monos durante horas. Honestamente no encuentro qué experiencias para interactuar con otros trabajadores pueden sacar de eso ¿Por qué, en todo caso, no es lo mismo analizar el comportamiento de las jirafas, los elefantes y los osos panda?, ¿sólo porque ellos, los macacos, y nosotros, somos primates? No voy a mentirte. Cuando observo un mono, no veo otra cosa que un animal que mira con cara de bobo mientras se saca pulgas y se rasca la cabeza.

El holandés sostiene que relacionarte como un chimpancé te permite cuidar socialmente a tu compañero de trabajo, e incluso entender sus preocupaciones. A esta altura estoy dispuesto a pagar por ver un ambiente de trabajo en donde todos actúan como monos. Aunque como obra teatral tendría pocos diálogos. Por si las moscas, la próxima vez que vayas al trabajo no olvides llevar una banana.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)