Por
Humberto Acciarressi
A fines del siglo XIX, Oscar Wilde solía escandalizar a sus amigos esteticistas con una frase que ha hecho carrera: “La realidad imita al arte”. La vida cotidiana -con la irrupción de la imagen en todas sus variantes y la moda copiada de películas, cuadros y libros- terminó dándole la razón. Y la historieta no fue una excepción. Entre los exponentes del cómic argentino, son pocos los que han logrado eternizar un personaje a partir de la comparación con personas de carne y hueso. Sí lo consiguió Joaquín Lavado, Quino, con la ya cuarentona Mafalda.
Hace un par de días. en la estación Perú de la Línea A, fue inaugurado un mural titulado “El mundo según Mafalda”, que se suma a otros que se encuentran en las paradas subterráneas. La amiga de tantas generaciones de chicos de todo el mundo (un caso digno de estudio que trasladamos a los sociólogos interesados), apareció en las páginas del semanario “Primera Plana” el 29 de septiembre de 1964. Fue allí donde nació la principal enemiga pública de la sopa. Desde entonces hasta la actualidad -aunque Quino dejó de dibujarla el 25 de julio de 1973 en “Siete Días ”-, las andanzas de Mafalda, Felipe, Manolito, Libertad, Susanita y compañía fueron registradas en revistas y periódicos de más de treinta idiomas, entre ellos el chino y el finlandés.
Con su pelo oscuro y su cara redonda, los comentarios ácidos sobre el estado del mundo y sus habitantes, Mafalda hizo reir y reflexionar. En sus historias y en las peculiaridades de sus compañeros, está toda la década del 60. Y si algunas cosas han pasado de moda - el mayo francés, la guerra fría, Vietnam, el flower power y el hippismo- lo esencial queda. Y la prueba de esto es que sus aventuras cautivan por igual a los hijos de los hijos que la leían hace cuatro décadas. E insistimos: en todo el mundo. La avasallante globalización digital no difundió la imagen de Mafalda. Lo que hizo fue dejar constancia de un fenómeno preexistente. Blogs y bitácoras de todas las latitudes, avatares de redes sociales de los países más remotos entre sí y a la vez de la Argentina, dan cuenta de la popularidad del personaje de Quino y de los a veces simpáticos y en ocasiones antipáticos amiguitos de la nena.
Como el escritor de “Misery”, de Stephen King, Quino fue acusado de haber “matado ”a su personaje más famoso. Radicado en Europa desde hace años, el dibujante ya no se defiende. Pero nadie puede negar que alguna vez no ha sentido bronca por la determinación, ya lejana, del creador. Lo único que deja tranquila las conciencias es que Mafalda está vivita y coleando.