Por
Humberto Acciarressi
Ya sea por las fallas de seguridad, ya sea por las metas no cumplidas de llegar a vaya a saber cuántos millones de usuarios activos, Google+ cierra sus puertas. Y con la red social se van al olvido miles de experiencias compartidas, lo cual, en tiempos digitales, enfatiza la importancia de lo real, del papel, de los libros, de las relaciones persona a persona, por mencionar apenas algunas cosas. Por un lado es una lástima, pero por otro es una especie de desgracia cultural, ya que las iniciativas, las comunidades, las colecciones, incluso los mismos intercambios, no sólo favorecían el crecimiento colectivo de miles de personas, a veces solitarias, en ocasiones grupales, sino además despertaban inventivas vistas en pocos lugares.
En lo que atañe a los datos duros de esta mala noticia, digamos que este próximo 4 de febrero, Google bloqueará la creación de cuentas, páginas, comunidades o eventos en Google+. El próximo 7 de marzo otros sitios web, de los que no se han dado detalles, dejarán de permitir hacer comentarios. Y a partir de ahí, Google+ irá poco a poco viendo desaparecer su actividad. Hasta que el 2 de abril, todas las cuentas y páginas de la red social de Google empezarán a ser eliminadas. Dicho así fríamente, la noticia pronto pasará al olvido. Sin embargo es de notorio desasosiego para quienes interactuamos acá, a veces muy activamente, otras con la lectura solitaria (en definitiva toda lectura lo es) y el entusiasmo por el conocimiento que cada uno de los editores anónimos- o no- ponían en sus aportes.
Y ahora un deseo. En la cruel imagen de "Fahrenheit 451", Ray Bradbury - a quién tuve el placer de entrevistar- los bomberos quemaban los libros para acabar con el universo de la literatura universal. Bien lejos de aquella distopía y su cruda poesía, hoy ni siquiera se necesitan camiones, instrumentos y esas mangueras que en lugar de agua lanzan el fuego de los "bomberos incendiarios". Hoy apenas basta apretar un botón para enviar a vaya a saber qué sitio en el vasto universo las millones de horas empleadas para el trabajo cotidiano de crear y compartir conocimientos, en una red social que abarcaba - como quería Terencio- todas las actividades humanas. No sé cómo. La verdad no lo sé. Pero tengo una secreta esperanza: que alguna vez volvamos a encontrarnos. Y que de alguna manera nos mantengamos en contacto. Mientras tanto, un abrazo a todos. Cariñoso, sincero, de corazón. Y hasta que bajen la persiana, a resistir aquí dentro.