30 septiembre 2008

Pienso que en este momento...

"Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso
y si ahora muriese
nadie, ni yo, me pensaría
Y aqui empieza el abismo,
como cuando me duermo
Soy mi propio sostén y me lo quito
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo"

Roberto Juarroz 
(poema del primer "Poesía vertical", de 1958)

Vendedor de helados en la Buenos Aires de 1949

El chico de las caricaturas, Buenos Aires 1909

29 septiembre 2008

Santa pelotuda, Batman

De acuerdo a un cable de AP, una mujer del estado de Iowa, en Estados Unidos, debió someterse a pruebas del virus de la rabia después de descubrir que un murciélago había buscado refugio en el filtro de su cafetera. Lo más lindo es que la mujer ya sabía de la existencia de esta criaturita de Dios. Después de haberlo visto se preparó el café, se fue a dormir, lo tomó a la mañana siguiente, y recién a la noche, al lavar el filtro, encontró al bicho. Como detalle para añadir: los laboratoristas no pudieron averiguar si el murciélago tenía rabia dado que el agua caliente le deterioró el cerebro. El cable no añade nada más, pero este blog - respetuoso de la ciencia - aventura un diagnóstico: la mujer no sufre de rabia; simplemente es pelotuda.

El Mercado de Abasto porteño en 1925

26 septiembre 2008

Cuando la ficción salva a la realidad

Por Humberto Acciarressi

En no pocas ocasiones, el arte consagra la realidad con un entusiasmo digno de envidia. Los ejemplos sobran. En esta oportunidad, nos limitaremos a Julio Verne, archiconocido por sus novelas de anticipación, casi ignorado por el pesimismo de sus últimos trabajos, pero autor de una obra de perdurable aliento. En el asunto que nos ocupa, su novela “El faro del fin del mundo” le reservó a la actual Isla de los Estados un sitio de privilegio en la literatura. La historia, riquísima y menos pública, arranca en 1616, cuando los holandeses Jacques Le Maire y Willen Schoutten la vieron por primera vez y el primero la bautizó Staten Land como homenaje a la corona de su país. Esto, curiosamente, lo lleva de cabeza a un calabozo en un barco, y el marino muere en alta mar, como seguramente le hubiera gustado.

Desde entonces, decenas de viajeros - entre ellos Luis Piedrabuena - pasaron por las cercanías o desembarcaron en esa especie de lagarto del atlántico sur; lo denominaron de diferentes maneras; lo hicieron aparecer y desaparecer de los mapas. Entre aquellos, la isla fue frecuentada por corsarios, piratas, naúfragos, pescadores y otros aventureros de alta mar. Naufragios y sangrientas peleas de loberos se pierden en su historia, casi desconocida hasta que Verne la ubicó - paradójicamente - en el territorio de la ficción. Una película de 1971, dirigida por Kevin Billington y protagonizada por Kirk Douglas, Yul Brynner y Fernando Rey, no aporta demasiado a esta historia mucho más rica en las letras y en la vida real que en la pantalla grande.

En la actualidad, la Reserva de la Isla de los Estados cuenta no sólo con la Isla del mismo nombre sino también un número de islotes circundantes y el Archipiélago de Año Nuevo. Su clima húmedo, con lluvias que parecen extraidas de otra novela de Verne, mantienen bosques siempre verdes. El sol sólo se permite pasar por donde los árboles ralean. Un sotobosque de helechos, líquenes y musgos exuberantes le agregan misterio y poesía a este lugar al que sólo se llega vía crucero desde el puerto de Ushuaia, a 240 kilómetros. Vale aclarar que los viajes son irregulares y dependen siempre del clima en alta mar.

El faro que inspiró a Verne - que no conoció el lugar - no existe desde fines del siglo XIX. No hace mucho tiempo, en el mismo lugar fue levantado otro. Ni éste ni aquel, ubicados en un sitio poco visible, sirvieron demasiado. Por eso, con el correr de los años, en los alrededores se construyeron otros. Más útiles, pero menos famosos. Y en esta materia, la fama no es puro cuento.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

19 septiembre 2008

Miguel de Unamuno en 1925

D.F.Wallace, una muerte temprana

Por Humberto Acciarressi

"Probó de todo. Simplemente no pudo resistirlo más", acaba de decir el padre de David Foster Wallace, que durante veinte años apenas intentó combatir su depresión con medicamentos, que el año pasado los abandonó, y que hace dos días se ahorcó en su casa de California. Mientras, la muerte del escritor a los 46 años dejó una infinita tristeza entre sus colegas y gran consternación entre sus lectores. Si Jonathan Franzen dijo que Wallace "era enormemente talentoso, retóricamente el más afilado", Richard Powers fue más alla al afirmar: "Era el mejor de nuestra generación y su muerte es una pérdida indescriptible".

Wallace era considerado uno de los escritores más importantes de Estados Unidos en la actualidad. Y uno de los que reflexionó con más ferocidad sobre esta sociedad narcisista hasta el desparpajo y adoradora acrítica de los medios de comunicación. De la administración Busch dejó dicho: "Un show horrorífico de rapacidad, orgullo desmedido, incompetencia, mendacidad, corrupción, cinismo y desprecio hacia el electorado". Entre nosotros, Mondadori tiene publicados y se consiguen tres de sus libros: "Extinción" y "La niña del pelo raro" (ambos de relatos) y el ensayo "Hablemos de langostas". Pero revolviendo un poco más se encuentran "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer", "Entrevistas breves con hombres repulsivos" y, claro, "La broma infinita", considerada como su obra cumbre y que alguien definió como novela pantagruélica.

Irónico, cultísimo y erudito, conocedor como pocos de los recursos de la escritura, Wallace era -y todo hace suponer que eso se acrecentará en los próximos tiempos- un autor de culto. En ese sentido, no hay necesidad de ir mucho más alla de su obra para verificar las constantes referencias al suicidio, que también se encuentran en reportajes donde mencionaba "mi extraña naturaleza autodestructiva". Y no hablar del drogadicto en recuperación de "La broma infinita", que dice entender "en un nivel intuitivo, el por qué la gente se mata" y añade que "si tuviera que seguir con ese sentimiento, me mataría yo también".

El ya citado Franzen -que era su gran amigo y Wallace tenía muchos- también dijo: "Era la persona más amable que conocí jamás. Y también la más torturada". En 1942, es decir hace casi 70 años, Albert Camus abrió su libro "El mito de Sísifo" con una frase ya histórica: "El suicidio es el único problema filosófico realmente serio". Una vez más, como en sus libros, David Foster Wallace deja flotando una duda, en su caso sin respuesta.

Post publicado en otro blog satélite de éste. Ahora lo subo acá

13 septiembre 2008

Pavese y el duro oficio de vivir


Por Humberto Acciarressi

"(...) Se necesita humildad, no orgullo. Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más". Son las últimas líneas que escribió Cesare Pavese el 18 de agosto de 1950 en el diario que llevó por quince años. En la madrugada del domingo 27del mismo mes, se quitó la vida en la habitación número 346 del Albergo Roma, en Turin. Se dice que en la noche del sábado, el escritor hizo tres llamadas, tres invitaciones a cenar a tres mujeres diferentes. Ninguna aceptó. Cuando encontraron su cuerpo, también advirtieron que había escrito en un ejemplar de sus "Diálogos con Léuco": "Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No chismorreen demasiado".

Pero no fue lo único que se encontró a su muerte. En su casa, en una descolorida carpeta de color verde que contenía las reflexiones cotidianas del autor en esos tres lustros, había escrito en rojo y azul, poco antes de tomarse el contenido de varios sobres de somníferos: "El oficio de vivir de Cesare Pavese". En estos días se han cumplido cien años de su nacimiento, el 9 de septiembre de 1908. No es ocioso entonces recordar que este escritor desesperado (lo fue toda su vida) y comprometido con su tiempo (fue antifascista militante), fue uno de los más importantes poetas del siglo XX (basta recordar sus libros "Trabajar cansa" y "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos") y un excelente prosista ("El diablo sobre las colinas", "La casa en la colina", "El oficio de poeta", etc).

Quienes no lo han hecho todavía, no deben dejar pasar mucho tiempo sin leer a Pavese. Puede empezarse por cualquier lado. Pero a diferencia de otros autores -italiano o no, contemporáneo o no-, sus diarios no deben ser omitidos si se quiere comprender en su dimensión más cabal a un autor que siendo un joven ya se definía como "un maestro en el arte de no gozar". Pero no deben leerse sus anotaciones para comprobar eso, sino para verificar la manera exhaustiva en que quiso romper con ese peso que lo consumía cada vez más. Y sin embargo.

El 16 de agosto de 1950, dos días antes de su última anotación, Pavese escribió: "Mi papel público lo representé como pude. He trabajado, he dado poesía a los hombres, he compartido las penas de muchos". Los tres llamados finales, esas mujeres que esa noche no pudieron o no quisieron cenar con el escritor, dan prueba de que Pavese no se entregaba fácilmente. Trabajar cansa. El se definía como un hombre cansado. Y sin embargo no hubo casi un instante de su vida en que estuviera quieto. Por eso, leyendo su diario puede entenderse su obra. Y una pregunta final: ¿que habría pasado si alguna de esas tres mujeres hubiera aceptado la invitación?.

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)

10 septiembre 2008

El centenario de los Ferrocarriles Argentinos en la filatelia

Hasta para el Fin del Mundo, la poesía


"Hoy, en teoría, deberíamos ser testigos del ¿fin del mundo? Sí, porque se realizarán las pruebas preliminares del LHC un súper-hiper-mega-giga-tera Colisionador de Hadrones, considerado el mayor acelerador de partículas del mundo (un anillo metálico de 27 kilómetros cuya temperatura interior alcanzará los 271 grados bajo cero)...etc, etc, etc y blá, blá, blá" (Noticia que circuló por el mundo con motivo del acelerador de partículas)

Ustedes, estimados lectores de esta revista digital, me perdonarán pero prefiero:

"Así es como termina el mundo
No con una explosión, sino con un quejido"

T.S.Eliot

05 septiembre 2008

Ilustración medieval de una serpiente alquímica

Hendrix, Epstein y Morrison subastados

La primera guitarra que Jimi Hendrix incendió sobre un escenario fue subastada en Londres en 500.000 dólares, mientras que por 425.000 dólares se remató el contrato que Brian Epstein firmó con los Beatles en 1962, considerado como uno de los más importantes de la historia de la música. Paralelamente, en la misma subasta se vendió en 102.500 dólares una libreta de anotaciones de Jim Morrison, de 1971, donde se pueden leer, además de algunas letras de canciones de los Doors, sus últimos pensamientos antes de morir en París.

En cuanto a la viola de Hendrix, una Fender Stratocaster, la incendió en marzo de 1967 después de un show en Londres. Los miembros de la banda extinguieron el fuego, mientras que el violero era atendido por quemaduras leves. El portavoz de Hendrix, Tony Garland, guardó el instrumento en el garage de sus padres en el este de Inglaterra.

01 septiembre 2008

Carta de Virginia Woolf a Leonard Woolf


28 de marzo de 1941

Querido:

Me siento segura de estar nuevamente enloqueciendo. Creo que no podemos atravesar otro de estos terribles períodos. No voy a reponerme esta vez. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor hacer. Tu me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todas las formas todo lo que alguien puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta que apareció esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy estropeando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad en mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bondadoso. Quiero decirte que- todo el mundo lo sabe- si alguien podía salvarme, hubieras sido tu. Nada queda en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destruyendo tu vida por más tiempo. No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.

Virginia

El 28 de marzo de 1941, el mismo día en que escribió esta carta, Virginia Woolf se suicidó arrojándose al río Ouse, en Rodemell, con varios montones de piedras en los bolsillos.

Biscuits Pernot, afiche impreso en Paris en 1905

Un bar del Folies-Bergère, de Edouard Manet

Barrendero en el Tucumán de 1940

La Batichica televisiva: Yvonne Craig