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31 octubre 2014
Philip Dick, el visionario que soñaba con ovejas eléctricas
Cuando se estrenó en 1982, "Blade Runner" -dirigida por Ridley Scott- provocó reacciones encontradas. Para decirlo en criollo, no todas fueron rosas para la pelìcula basada en la novela de Philip Dick "Sueñan los androides con ovejas eléctricas". Ya han pasado más de tres décadas, hoy es una película de culto precursora del ciberpunk en el campo cinematográfico de la ciencia ficción, y muchos la seguimos viendo con el mismo entusiasmo que sentimos durante estos treinta años. Como suele ocurrir, en los EE.UU. no le fue bien a la película de Scott. Y en el resto del mundo encontró el eco suficiente como para instalarse en ciertos círculos. Fue precisamente de esa especie de under planetario que se permitió escribir casi 40 novelas y 121 relatos cortos, en una maratónica carrera que fue desde su juventud hasta su muerte a los 53 años. Mientras, sus problemas nerviosos no lo ayudaron demasiado, especialmente con sus cinco matrimonios que culminaron en divorcios. Las anfetaminas y las drogas lisérgicas formaron parte de su gastronomía cotidiana.
Al margen de las memorables y hasta enternecedoras actuaciones de Harrison Ford, Rutger Hauer y la hermosísima Sean Young, o la música ya clásica de Vangelis, años más tarde el film tuvo la suerte de ser uno de los primeros en ser lanzados en formato DVD. Sumado a la originalidad de sus planteos estéticos para contar la historia de los "replicantes" buscados en la ciudad de Los Angeles de noviembre de 2019, esto hizo que el cine pusiera los ojos sobre Philip Dick, uno de los más interesantes escritores del siglo XX, quien con su obra excedió largamente el planteo futurista cultivado por varios de sus colegas. Libros como “El hombre del castillo” (Premio Hugo a la Mejor Novela de 1963), “Fluyan mis lágrimas, dijo el policía”, “Confesiones de un artista de mierda” y “Una mirada a la oscuridad” (éstas últimas llevadas al cine), ya forman parte del canon de la narrativa internacional.
Es tan vasta la obra de Dick. sobre todo sus cuentos y novelas . que es casi imposible leerla completa sin abandonar a otros autores. En cuanto a las visiones que decía tener en virtud de medicamentos mal administrados, nunca pudieron explicarse en forma fehaciente. Sócrates ya había tenido su "Daimon" y Juana de Arco sus "Voces", como para meternos en un tema tan espinoso. En el caso de Dick, él llevó sus visiones al papel y eso nos basta. Suele decirse que la película "Blade Runner" no respeta demasiado el libro. A veces ocurre, pero no es el caso. O por lo menos respeta lo que hay que respetar, lo que no es poco. Para finalizar, un dato que no parece menor en el universo fantástico y enigmático de Dick. El año en que se filmó "Blade Runner", 1982, fue el de su propia muerte por un infarto cerebral. Casi como le hubiera ocurrido a alguno de sus personajes.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
Duchamp o el arte de los objetos cotidianos
Durante un largo tiempo, hasta su amigos lo miraron con cierta desconfianza. Y eso que entre otros fue compinche de Picasso, Braque y Matisse. En realidad todo estuvo bien hasta el día en que presentó como obra de arte un mingitorio de porcelana comprado en una feria callejera. Como se sabe, Marcel Duchamp bautizó esa pieza como “Fuente” y la envió a la Exposición de los Independientes de París. Ese fue el inicio de la gran polémica acerca de la definición de “obra de arte”. Durante los años de su vida (nació el 28 de julio de 1887 en Blainville-sur-Crevon y murió en París el 2 de octubre de 1968), Duchamp vivió pendiente de una pregunta que aún no tiene respuesta: ¿un objeto cualquiera, cotidiano, banal, pero con la firma de un artista, puede ser considerado arte? Y precisamente en la ausencia de una respuesta a ese interrogante radica la revolución de este francés. En la descontextualización de los objetos alejados de su función primaria, sea una percha, un inodoro o una botella.
Para nosotros, argentinos, el vagabundear de este creador tiene un hito de importancia: su estadía en Buenos Aires en 1918 y 1919, cuando llegó escapando de la primera gran guerra del siglo XX. Siguió creando, nunca una obra era igual a la anterior, y se fue afirmando en su idea de no pertenecer a ningún grupo o escuela estética. Cuando dejó la Argentina y marchó nuevamente a Paris, alternó la escultura con el diseño, la píntura con la curaduría de muestras, la relación con los surrealistas (por ejemplo con Andre Breton) y su agitada vida personal. De su gran amistad con Man Ray quedan decenas de fotos, una de las cuales lo muestra vestido de mujer, y muchas cartas.
Toda su carrera artística estuvo intercalada por su gran pasión: el ajedrez. Fue un excelente jugador e intervino en campeonatos franceses e internacionales ocupando siempre lugares destacados. Era un verdadero personaje difícil de encasillar. En los años cuarenta hizo miniaturas de todas sus obras, las metió en una valija e ideó el concepto de “museo portátil”. Fue, además, el primero en cuestionar de raíz la materialidad de la obra, con lo cual se lo puede considerar de padre de muchos de los artistas contemporáneos. El dadaismo, el Pop Art, el arte conceptual, creadores como Warhol y John Cage, tienen a Duchamp en sus raices. A su muerte, y siguiendo su pedido, en su lápida del cementerio de Ruan se grabó la siguiente inscripción: "Por otra parte, los que mueren son siempre los demás".
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
MONA LISA CON BIGOTE |
DUCHAMP, VESTIDO DE MUJER, FOTOGRAFIADO POR MAN RAY |
Celebración del fin de la Ley Seca en Estados Unidos
El dueño, los mozos y los clientes de un bar -hombres y mujeres- celebran el 5 de diciembre de 1933 el fin de la llamada Ley Seca, que durante casi 14 años prohibió la venta y el consumo de alcohol en los Estados Unidos, y fomentó, entre otras coss, el auge de la mafia.
Klein Quinteto y Herrero en el Village Vanguard
El brillante pianista y compositor argentino Guillermo Klein es un nómade, ya que, según sus declaraciones, el viaje es una de sus pasiones. Y de acuerdo a lo que dice, eso lo ha hecho menos localista con la música. Pero la vida tiene sus vueltas. Klein, que a los 10 años se sentaba al piano a componer inspirado en Piazzolla, que luego fue a Estados Unidos a estudiar en el Berklee College of Music y se adentró en el fascinante mundo del jazz, nunca dejó de involucrarse teórica y estéticamente con la música del pasado argentino y latinoamericano. Hace un par de años, la vida encontró a Klein con su Quinteto tocando en uno de los lugares emblemáticos del jazz internacional: el Village Vanguard, de Nueva York.
Ese club en el que tocaron y grabaron en vivo músicos como John Coltrane, Bill Evans, Sonny Rollins, Wynton Marsalis y muchísimos más, sigue siendo uno de los puntos de referencia de las vanguardias. Allí, con varios invitados, se vivieron seis noches soñadas con localidades agotadas. Además de Richard Nant en trompeta y percusión, Matías Mendez en bajo, Sergio Vedinelli en percusión, y la colaboración especial del pianista de jazz Aaron Goldberg, la voz la puso nada menos que Liliana Herrero, en lo que además fue el debut newyorquino de esta entrerriana que gran historia musical en la Argentina y una de las voces más emblemáticas de nuestro folclore.
De esas noches de maravilla salió el disco "Live At The Village Vanguard", en el que se han compilado once temas de los interpretados en esas jornadas de Nueva York. Al margen de composiciones del propio Klein, la voz de Herrrero y los sonidos envolventes del piano del anfitrión y de los instrumentos de sus compañeros, también hay raras (y el término "raro" tiene un sentido positivo) reversiones de "Milonga triste" de Sebastián Piana y Homero Manzi, de "Cartas de amor que se queman" de Cuchi Leguizamón y Manuel Castilla, de "Zamba del arribeño" de Juan Falú y Néstor Soria y "Dulzura distante" de Fernando Cabrera. Pero una de las perlas del CD es la unión de "Golondrinas", el clásico de Carlos Gardel, con "Las golondrinas de Plaza de Mayo", de Luis Alberto Spinetta. Es un disco para melómanos y, en rigor, toda una rareza.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
29 octubre 2014
Ya se sabe quien es la loca de los gatos
Batman protegerá a los murciélagos
Lady Di y John Travolta
"Cuando estábamos bailando sentí que Diana estaba viajando en el tiempo hasta los años de su juventud, probablemente recordando la película 'Grease' (cinta que el actor protagonizó en 1978). En ese momento fui como su príncipe azul"
John Travolta
(declaraciones a The Daily Telegraph)
El volcán Kilauea amenaza pueblos de Hawaii
28 octubre 2014
Cuando la Estatua de la Libertad estaba en Paris
Pocos saben que la Estatua de la Libertad, el monumento más famoso de Nueva York que se encuentra al sur de la isla de Manhattan, fue un regalo de los franceses a los estadounidenses en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. La misma fue inaugurada el 28 de octubre de 1886 en presencia de Grover Cleveland, que en ese momento ocupaba la Casa Blanca. La estatua es obra del escultor francés Frédéric Bartholdi. En la foto la podés ver cuando aún estaba en Paris, en 1885.
Homero Manzi, el poeta que no se puede ignorar
Nació el 1 de noviembre de 1907, hace màs de un siglo, en Añatuya, en la provincia de Santiago del Estero. Y llegó al mundo con el italianísimo nombre de Homero Nicolás Manzione. El 3 de mayo de l951 ocurrió algo que nos suele ocurrir a los hombres: se murió. Tenìa 43 años cuando lo fulminó un cáncer. En tan breve vida, el suyo no fue, como el de tantos otros, un tránsito estéril. Y no lo fue desde los tiempos en que escribía canciones para las murgas barriales hasta cuando meditó, ya enfermo, cada uno de los versos de “Definiciones para esperar mi muerte”, el que se considera su último poema antes del golpe final. Ya unànimemente conocido como Homero Manzi, metió su nombre como una cuña en el vasto y rico universo de la cultura argentina.
Vamos a dar un ejemplo. No se puede, por más arbitraria que sea la lista, no mencionar entre los tres más importantes poetas del tango a Homero Manzi (en el caso de quien escribe estas líneas, acompañado por Enrique Santos Discépolo y el otro a convenir, cada uno -claro-con su estilo). Con eso sólo bastaría para recordarlo con entusiasmo, aún cuando centenares de cantores no reversionaran, tal cual lo hacen, temas suyos como Malena, Barrio de Tango, Sur, El último organito, El pescante, Milonga sentimental, Che bandoneón, Discepolín, Fuimos… Pero además, como si esto no bastara, escribió obras de teatro, ejerció el periodismo, formó una dupla clave en la historia del cine nacional con Ulises Petit de Murat (con guiones y adaptaciones como los de “Su mejor alumno”, “Todo un hombre”, “Pampa bárbara”, “Donde mueren las palabras”, “La guerra gaucha”, etc), hizo radio, militó en el radicalismo revolucionario posterior al golpe militar de Uriburu y lo siguió haciendo en las filas de FORJA. Y en tanto, de acuerdo a todos los testimonios, vivió intensa y noblemente cada uno de los momentos de su existencia.
Todos los hombres tienen, en algún momento de su vida, un momento clave, un hito que los define hacia el futuro. En el caso de Manzi hay uno que se parece bastante a eso. En una oportunidad, según se cuenta, un amigo le preguntó el por qué había abandonado su facilidad para publicar en los grandes suplementos culturales de los diarios ded la época para dedicarse a las milongas y al tango (algo que, como hemos visto, no era exactamente así). Entonces el poeta del que ahora nos ocupamos respondió, sin dudar, una frase célebre: “Tengo por delante dos caminos: o ser un hombre de letras o hacer letras para los hombres”. Ya sabemos lo que eligió. Recordarlo por su nacimiento es apenas una excusa innecesaria para referirnos a su obra, viva como pocas.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
SAN JUAN Y BOEDO, ESQUINA HOMERO MANZI |
México, la narcopolítica y el crimen de estudiantes
México. El horror no tiene límite. El secuestro, muerte y descuartizamiento de estudiantes de magisterio sacude a una sociedad que no soporta más ser rehén del narcotráfico, los parapoliciales y la corrupción.
Los años de la Gran Depresión
Desesperado, un hombre vende su auto durante la Gran Depresión, a fines de la década del 20 y comienzos del 30 en los Estados Unidos.
26 octubre 2014
La triste historia de Mata Hari, la espía más famosa
MATA HARI EN 1906 |
En la madrugada del 15 de octubre de 1917, en el bosque francés de Vincennes, hacía un frío que quemaba las manos de los fusileros, todo ellos expertos y de los que jamás fallan. En aquellos tiempos, quienes comandaban los ejércitos y los grupos especiales utilizaban un mecanismo para que ninguna de los integrantes de un pelotón de fusilamiento sintiera culpa. Una de las balas era de salva y los soldados ignoraban en qué fusil estaba. En este caso sucedió un hecho que, en medio de la tragedia, constató un acto de piedad. De los doce tiradores -insistimos, todos expertos -, y sacando la de salva, sólo tres balas impactaron en el cuerpo de la mujer que se había negado a que le ataran las manos y le vendaran los ojos. Los restantes "erraron" el tiro. Eso no impidió que Margarete Gertrud Zelle, conocida como Mata Hari, muriera desangrada sobre la campiña francesa a las 5.47 de aquella lejana madrugada de octubre.
La espía más famosa de la historia había nacido en Holanda el 6 de agosto de 1876 y cuando era adolescente leyó el aviso de un capitán que buscaba novia (se ve que entonces ya se realizaban estas ceremonias). El asunto es que la joven terminó casándose con Rudolph Mac Leod – un hombre de malas maneras, diabético, reumático, calvo y sin patrimonio- con quien tuvo dos hijos de destino aciago: Norman y Jeanne. Al primero, cuando tenía dos años, lo envenenó una sirvienta, en venganza por una bofetada que recibió de su patrona. La segunda, curiosamente, fue fusilada por espía décadas más tarde, cuando servía a los Estados Unidos en los prolegómenos de la guerra de Corea.
Cansada de los golpes de su marido, Margarete huyó a Francia. Allí trabajó como modelo y un día tuvo la idea de presentarse con la máscara de una bailarina oriental llamada Mata Hari (en malayo “Ojo de la mañana”). La artista deslumbró al Paris de la Belle Epoque con sus strip tease – fue la primera en realizar uno sobre el escenario – y con sus extravagancias. Era hermosa, lo que le facilitó cosechar infinidad de amantes, especialmente militares, banqueros, funcionarios y miembros de la aristocracia. Hay que señalar, sin embargo, que el único hombre que Mata Hari amó fue el oficial ruso Vadim de Masslov, por quien cometió el peor error de su vida: su encuentro con Pierre Ledoux, jefe de la inteligencia francesa, quien le ofreció servir como espía al servicio del país galo.
La historia europea, en este punto, comenzó a confundirse con la historia personal de Mata Hari. En Inglaterra la consideraron una espía germana; en Alemania, una agente anglo-francesa. Y en realidad fue las dos cosas y ninguna: Margarete nunca fue más que una aprendiz de James Bond. Atrapada entre dos fuegos, un día fue acusada de traición al gobierno francés. Confinada en una celda, el juicio se llevó a cabo a puertas cerradas. En las primeras horas del 15 de octubre de 1917, la mujer se trenzó el pelo negro; se puso unas medias oscuras; se calzó unas zapatillas de tacones altos; y cubrió su kimono con una gran capa de terciopelo. Luego le escribió una carta, firmada con su nombre real, a su hija: “…dentro de dos horas habré muerto sin tener la oportunidad de volver a verte. Eras una niña cuando te dejé (…) eras todo lo que yo tenía, pero no te cuidé (…) La vida ha sido más fuerte que yo…”. Una hora más tarde, ante el silencio que tuvo la pregunta de rigor de un oficial, "¿Nadie reclama el cadáver?", el cuerpo de la mujer fue llevado a la facultad de Medicina y de alli a una fosa común. En medio de la guerra fue, apenas, una muerte más.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
MATA HARI EN 1910 |
MATA HARI Y LA DANZA DE LOS SIETE VELOS |
FICHA POLICIAL ANTES DE SU EJECUCION |
EJECUCION DE MATA HARI EL 15 DE OCTUBRE DE 1917 |
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