Por Humberto Acciarressi
No hace mucho escribíamos sobre los estudios insólitos. Todos los días aparece uno. Ahora, varios investigadores de siete universidades de los Estados Unidos analizaron con entusiasmo y sin asco, no-sé-cuántas muestras tomadas de ombligos humanos. Y llegaron a una conclusión que debe ser un espanto para los obsesivos de la limpieza. Esa cavidad de tu panza tiene, por lo menos, 2.300 tipos de bacterias, muchas de las cuales no han sido estudiadas. Algo así como el infierno de Jack Nicholson en "Mejor imposible".
Los propios científicos acaban de denominar el ombligo como "una selva tropical". Y una de las cosas más curiosas es que, entre tantos bichos, basuras y microrganismos, hay más diferencias de lo que pueda pensarse. En todos, por ejemplo, existe un grupete de ellos (ocho, para ser más exactos) que son denominados "la oligarquía", y que cumplen funciones que otras asquerosidades allí depositadas no acometen. Sin discriminar ningún ombligo, en algunos sólo hay bacterias de las llamadas comunes.
Hubo en los estudios un descubrimiento que, por lo menos a mí, me resultó inquietante, ya que no toda la gente que uno conoce es precisamente limpia. Tres especies de arqueas, microorganismos que suelen vivir en ambientes extremos como géiseres o aguas ácidas, fueron encontrados durante la prueba. Dos de ellas en el ombligo de un tipo que no se había bañado en varios años. Vos reíte, pero de allí a un Alien hay apenas un paso. Y si no me creés, te falta cine de ciencia ficción.
"Tu ombligo puede ser una de las últimas fronteras biológicas", dicen los estudiosos de este trabajo que llevó por nombre el de "Biodiversidad del Ombligo". Hay una versión buena del asunto. No todo es malo. "Los microbios -dicen los especialistas- en su mayoría no son malos". ¿Y eso que quiere decir? ¿Que no te pegan un chicle en el pelo o que no te comen crudo mientras dormís o mientras tomás sol? Tal vez llegue el día en el que en lugar de perros y gatos, la gente tenga microbios de mascotas. "Este nunca me da problemas", dirá alguna vieja señalándose el ombligo.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)