Desde que Óscar se instaló en la tercera planta del centro hace dos años, su presencia ante el lecho de un residente se ha convertido en una señal que los enfermeros toman muy en serio. El gato siempre se las arregla para aparecer y siempre lo hace en las últimas dos horas. Lo primero que se hace cuando Óscar se acurruca junto a un paciente es llamar a sus familiares.
El minino ha acertado ya con 25 residentes a los que no sólo les ha hecho compañía en el tramo final de sus vidas, sino que les ha permitido dar el último suspiro velados por sus seres queridos. Por ello, la valía de la labor del felino de pelaje blanco y gris ha sido reconocida con una placa colgada en una de las paredes de la clínica que dice: "Por sus cuidados compasivos, esta placa está dedicada a Óscar, el gato".