08 enero 2014

El raro caso de Syd Barrett y Pink Floyd


Por Humberto Acciarressi

Aprovechando un nuevo aniversario del natalicio de Syd Barrett, es oportuno reflexionar sobre este miembro fundador de Pink Floyd, además de compositor y pintor inglés. Nacido en Cambridge el 6 de enero de 1946 y muerto el 7 de julio del 2006 en la misma ciudad inglesa, Roger Keith Barrett -tal su verdadero nombre- protagoniza una extraña y arbitraria parábola: hay quienes dicen que el grupo fue lo que fue gracias a él. Es raro. Brian Jones por lo menos grabó varios álbumes con los Stones, en cambio Barrett sólo intervino en el primero de los LPs de Pink Floyd: "The Piper at the Gates of Dawn". Aún admitiendo que casi todos los temas de ese disco son suyos -y por cierto muy buenos- , ya en el segundo disco, "A Saucerful of Secrets", apenas hay una canción de su autoría, "Jugband Blues", que había sido grabada con bastante anterioridad. Incluso en esta placa ya toca su reemplazante David Gilmour, convocado por Roger Waters.

Entre un disco y el otro, Barrett ya había entrado en un cono de sombras, marcado por su abrumador consumo de drogas y un desequilibrio mental (esquizofrenia, autismo, etc) que con el correr del tiempo se fue incrementando a límites de pesadilla. La cuestión terminó como no podía ser de otra manera: Syd abandonó la banda o bien fue echado cortésmente. El desequilibrado artista intentó lanzar una exitosa carrera como solista, pero tuvo muchos rechazos. Curiosamente, dos de sus ex compañeros, Gilmour y Waters, le produjeron su disco "The Madcap Laughs", grabado en Abbey Road. Y de alguna forma hicieron lo propio en el segundo, llamado "Barrett" a secas.

Mientras, Pink Floyd editaba disco tras disco, varios de ellos obras maestras como "Atom Heart Mother", "The Dark Side of the Moon", "Animals", "Wish You Were Here", el monumental "The Wall" o "The Final Cut", entre otros. Quiero decir que, sin quitarle méritos a Barrett en el primero de los discos de la banda, Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright se la arreglaron bastante bien sin el delirante Syd. Este, mientras tanto, intentó vanamente hacer algo digno de su pasado aunque sin lograrlo, a pesar de contar con la ayuda, entre otros, de David Bowie. Barrett se encerró en la casa de la madre, donde pasó el resto de sus días, que no fueron pocos. En una ocasión le hicieron un reportaje en su lugar de retiro y dijo no saber qué era Pink Floyd, además de no recordar a sus ex compañeros. Mientras, se dedicaba a la jardinería y a mirar TV. Aunque muchos ya lo daban por muerto desde dos décadas atrás, en realidad murió en el 2006. Sin gloria y con mucha pena.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)