Por Humberto Acciarressi
El pueblo de Castello di Serravalle, en la provincia italiana de Bolonia, tiene apenas cinco mil habitantes. Bastante menos que un monoblock de Villa Lugano, en nuestra Capital Federal. Mantiene, por cierto, algunas costumbres ancestrales. Entre ellas, la que empujó a varios padres a sacar de las aulas a sus hijos, en repudio a una maestra -Michela Roth, de 38 años, norteamericana ganadora de varios concursos de belleza, incluyendo un inofensivo "Miss Madre italiana".
Claro, todo muy rico hasta que se le ocurrió publicar en Facebook sus fotos caseras y profesionales, ya que también trabaja de modelo. La maestra, hay que decirlo, está más buena que comer pollo con la mano, pero ninguna de las imágenes es procaz ni mucho menos. Al contrario.
Ni las de lencería. Sin embargo, muchos padres indignados resolvieron sacar a sus chicos de la escuela. Uno de ellos, un verdadero imbécil, confesó al ser reporteado:
"La maestra es demasiado bella y demasiado sexy: no puede enseñarle a mi hijo".
No aclara si el nene es naturalmente una bestia innata o si pasa las horas de estudio revisando las revistas Playboy de su padre.
Ni les importa que Roth diga que para ella el modelaje es un trabajo secundario y que jamás se hizo fotos desnuda. Mucho menos que adora el trabajo de maestra, y que éste es el objetivo de su vida. La señora aún no ha caído en la cuenta que trata con gente que tiene el coeficiente intelectual de un canario con ACV. Porque hasta no haber visto las fotos, nadie se quejaba. Y, por ende, aceptaban que se trata de una buena profesora. Pero mientras la maestra es defenestrada por algunos, otros se sienten orgullosos de que su hijo estudie con ella. "Qué suerte tiene mi Marquito", dijo un padre a la prensa.
Y todos, tirios y troyanos, han subido el número de visitas al Facebook de Michela. Lo más patético es que algunos de los energúmenos que han retirado a sus hijos, se sacaron fotos con la docente. Encima de tarados son hipócritas. Y después quieren que los chicos aprendan.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)