22 octubre 2011

Mi perro juega al ajedrez; el gato recicla

Por Humberto Acciarressi

Siempre me llamó la atención una frase: "Los gatos son más independientes". Al punto que llegué a pensar que se quería decir que los gatos son de Independiente y, por bronca ancestral, los perros de Racing. Obviamente no era una cuestión futbolera, sino una idea estúpida que corrió como reguero de pólvora y quedó petrificada.

Varias veces tuve gatos, y no sé que significará en idioma gatuno, pero eran cualquier cosa menos independientes. Uno de ellos, "Suertudo", lloraba cada vez que me iba. Lo mismo corre para los perros, salvo que en este caso se dice que son más fieles. Lo cual es verdad, pero también los gatos lo son. También tuve canes y, actualmente, uno de cada sexo, el macho un cachorro. No me pide plata para irse de farra a la noche, pero es bastante independiente en el sentido que se le atribuye a los gatos. En fin, todo según la óptica de los dueños. Hasta que ahora intervino la ciencia.

Una investigación de la revista británica "New Scientist" afirma que los perros son más inteligentes y los gatos más ecológicos ¿Quiere decir esto que con el perro podés jugar al ajedrez y mandar al gato que te recicle los papeles y latas de la casa? La verdad no lo sé, pero la doctora que llevó a cabo el estudio asegura que los canes son superiores en seis de las once categorías en las que fue medida su inteligencia. Después dan algunos datos que sólo los entienden los científicos, salvo uno que es curioso: hay en el mundo 204 millones de gatos de compañía y 173 millones de perros.

Hablando de la domesticación, se asegura que vencen los canes (que son "más listos"), que podrían haber sido domesticados hace 16.000 años, en tanto que los felinos están en nuestras casas desde hace 9.500 años. No sé vos, pero nunca tuve tanto tiempo una mascota. Por suerte para el mundo, perros y gatos se mantienen al margen de esta polémica. En eso muestran más inteligencia que nosotros, empecinados a medir a los otros con la vara que llevamos en el bolsillo. Y lo escribe alguien (vale decir yo) que odia a los delfines.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)