Por Humberto Acciarressi
Diana Cohen Agrest es doctora en Filosofía y Bioética. El 8 de julio de 2011, el mundo de las especulaciones teóricas y el vasto universo cotidiano se le vinieron abajo. Su hijo, el estudiante de cine Ezequiel Agrest, fue muerto de un balazo durante un robo cometido en el barrio de Caballito. El asesino -que tenía cuatro condenas previas, pero estaba libre - fue capturado y sometido a lo que debería ser el rigor de la Justicia.
Hace un año y un mes, Sebastián Pantano, de 26 años, fue condenado a prisión perpetua por el Tribunal Oral en lo Criminal. Los jueces coincidieron con el pedido de la querella y la Fiscalía, en que era la pena que correspondía por "robo calificado, portación ilegal de arma de fuego y homicidio criminis causa", al considerar que mató para lograr la impunidad en el robo. Hasta alli todo transcurrió como si el nuestro fuera un país normal, en donde la Justicia es -como su célebre manifestación escultural- completamente ciega y una balanza equilibrada. Pero nunca podemos ilusionarnos.
Ahora, la Cámara Federal de Casación Penal, es decir los jueces que la integran -Alejandro Slokar, Angela Ledesma y Ana María Figueroa-, ordenó que se fije una pena menor que la impuesta con un argumento que desorienta: el asesino mató porque "se le escapó el tiro por la resistencia de la víctima". Ni en la más audaz elucubración teórica, a la madre de Ezequiel se le podría haber ocurrido tan descabellada orden de Casación.
Hace un tiempo, cuando le preguntaron las razones por las cuales pedía perpetua para el asesino de su hijo, Diana Cohen Agrest manifestó sin eufemismos: "Porque perpetua será la ausencia de mi hijo". Frente a esto, la mujer estimó que ahora, el criminal "quedará libre en seis u ocho años", y denunció que "hay connivencia a través del silencio de los tres poderes". Para colmo, la presidente de la Nación, con el fin de justificar la cooptación de la Justicia, habló de la "inseguridad" después de una década. Por eso la madre dolorida resalta: "El Poder Ejecutivo se está apropiando de una causa más. Ya bastante se apropiaron de los Derechos Humanos, ahora se van a apropiar de la inseguridad". No es un vaticinio. Es una realidad.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)