15 mayo 2013

La RAE admite que los gallegos no son tontos


Por Humberto Acciarressi

Primero lo primero. El diccionario de la Real Academia Española -a los ponchazos o con sus defectos, como le gustaría decir a Roberto Fontanarrosa- le pone un marco teórico a quienes todos los días hablamos y escribimos en castellano. Es verdad que a veces lo hace tardíamente, con lo cual es un apéndice posterior al habla cotidiana, y también lo es que aporta gran ayuda en tiempos en los cuales el idioma es transmitido por bestias que escriben agua con "h" o vaca con "b". Pero lo que acaba de conocerse masivamente ahora va mucho más alla.

En la versión escrita del diccionario de la RAE, la palabra "gallego" consta de ocho acepciones, de las cuales la quinta es "tonto (falto de entendimiento o razón)" y la sexta "tartamudo". Hasta podría especularse con que es increíble que los gallegos no hayan iniciado una guerra santa contra los académicos. Y ya que de estudiosos hablamos, el mismísimo miembro de la Real Academia Galega, Xesús Alonso Montero, tira tierra sobre el escarnio que cae sobre sus comprovincianos en el mundo hispanoparlante.

Más aferrado a ese academicismo que aterraba a Rubén Darío ("De los académicos líbranos, señor"), este gallego sostiene libre de prejuicios: "Si `gallego’ significa en algún lugar del orbe hispano `tonto’ o `tartamudo’, la obligación de cualquier lexicógrafo serio es la de registrar esas acepciones". En cualquier momento lo clavan a su sillón de la Academia.

Lo cierto es que se armó tal batahola, que la Real Academia Española salió a aclarar que para la edición de octubre de 2014, ambos términos despectivos serán eliminados del diccionario. Vale añadir que es uno de los pocos casos discriminatorios referidos a gentilicios e idiomas, si no es el único. Los chistes de gallegos -que no podrán ser erradicados, de manera que tampoco se eliminará el habla cotidiana- son un parámetro contemporáneo a las definiciones académicas. Que nadie respete la Constitución no significa que no deba hacérselo. Lo mismo podría aplicarse al diccionario de la RAE. En ese sentido es naturalmente inadmisible que la palabra "gallego" tenga una connotación tan negativa. Y ojo que eso incluye a los propios españoles.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)