17 mayo 2021

Jack The Ripper, Londres, Buenos Aires, o la historia destripada


Por Humberto Acciarressi 

En muchas ocasiones, la estadística se viste de luto. Allá por 1970, Ted Bundy, en un macabro periplo por diez estados norteamericanos, asesinó -según confesó mientras esperaba la ejecución en la galería de la muerte- a unas 400 mujeres. Unas tres décadas antes, Albert Fish llegó a los dos centenares de crímenes de chicos en Nueva York, al mismo tiempo que en Illinois, H.H.Mudgett perdía en la estadística con “sólo” cien asesinatos. Estos tres casos son apenas una ínfima muestra de la populosa criminalística de los Estados Unidos, con varios centenares de asesinos seriales, casi ninguno de los cuales baja de diez muertes. Inglaterra, Francia, Rusia, Alemania, España e Italia, también tienen lo suyo en lo referido a una cruenta historia que incluye asesinos ilustres como Landrú, o cronistas de lujo como Thomas de Quincey ( “Del asesinato considerado como una de las bellas artes”). En ese marco de exhuberancia homicida, ríos de sangre, y casos resueltos o sin resolver, cinco prostitutas asesinadas con precisión quirúrgica en un otoño victoriano en el East End de Londres no parecen, a simple vista, reunir las condiciones que requiere la posteridad. Pero la historia es caprichosa. 

Hombre o mujer (hay quienes postulan los quehaceres de una destripadora) al asesino le bastaron las semanas que fueron desde el 31 de agosto hasta el 9 de noviembre de 1888 y un espacio no superior a los 400 metros cuadrados, para entrar en las crónicas criminales, en las páginas de la literatura y hasta en el no siempre accesible mundo del cine. Escondido en el anonimato de la noche, oculto tras la niebla londinense, Jack el Destripador dejó un reguero de sangre menos caudaloso pero más perdurable que otros. Obviando los detalles macabros, no es ocioso remarcar ciertos hechos relacionados con el caso más famoso de la criminalística. 

La educación sentimental 

Las andanzas del desconocido que se bautizó a sí mismo en una nota enviada a Scotland Yard, fueron seguidas con entusiasmo y horror por toda la sociedad británica. Atrajo la atención de George Bernard Shaw, que además de escribir sus libros se entretenía enviando cartas a los diarios. El Irlandés ironizaba sobre la atención misericordiosa que despertaron las prostitutas gracias a los crímenes. “Mientras nosotros los socialdemócratas - escribió en una misiva al Star el 24 de septiembre de 1888- estamos desperdiciando nuestro tiempo en la educación, en la agitación y la organización, un genio independiente ha tomado las riendas en sus manos y, por el simple procedimiento de asesinar y destripar a cuatro mujeres, ha convertido a la Prensa en una especie inepta de comunismo”¨. Vale justipreciar la ironía de Shaw con la opinión de Gordon Rattray Taylor expresada en “El sexo en la historia”: “Las rameras eran para los victorianos lo que las brujas para los medievales”. 

Otro interesado en los crímenes fue Arthur Conan Doyle, que un año antes, con "Un estudio en escarlata", había hecho debutar al famoso detective morfinómano y misógino Sherlock Holmes. El escritor escocés, cuyo comercio con las almas lo llevó a escribir un tratado casi olvidado sobre el espiritismo, parece haber dejado un cuento titulado "Jack, el asesino de rameras", que no figura en las antologías aunque es citado por sus biógrafos. Allí dice que el criminal es un inspector de Scotland Yard que cae en la trampa de un Sherlock Holmes disfrazado de mujer. Años más tarde, el hijo de Conan Doyle, Adrian, revelaba que su padre creía que el verdadero Jack era una persona con conocimientos anatómicos (el propio escritor era médico) y que se vestía de mujer para pasar inadvertido. Es fascinante el juego de las coincidencias: días atrás (Aclaración de 2021: nos referimos al año 2006, fecha de este escrito) , escribí un artículo para un diario nacional titulado “¿Por qué Conan Doyle odiaba a Sherlock Holmes?”. Entre la publicación de aquel y la escritura de éste, los cables anunciaron la culminación de un estudio inglés, que probaría que Conan Doyle asesinó a un amigo suyo, de cuya esposa fue amante, para ocultar que habían escrito juntos “El perro de los Baskerville”. Pero volvamos a Jack, o, para decirlo con espíritu “ripperólogo”, vayamos por partes.

Postulantes para todos los gustos

Los candidatos a la identidad del Destripador son multitud. Desde miembros de la familia real hasta matarifes londinenses, pasando por espías rusos, abogados desquiciados, misóginos extremistas, mujeres resentidas (Jill la Destripadora es la más famosa) y asesinos de paso, que entre un país y otro se tomaron unos copetines sangrientos en el Whitechapel londinense. Entre los postulantes a tan dudoso honor, algunos estuvieron ligados a la Argentina. Valga una aclaración: en lo que respecta a Jack, nada es definitivo, todo es precario, como si se tratara de un rompecabezas que nunca termina de armarse porque siempre sobra o falta una pieza. También es cierto que los candidatos vinculados a nuestro país figuran entre los antecedentes más remotos del caso, como el del húngaro Alois Szmeredy, que según Carl Muusmann, en un estudio publicado en 1908, sostenía que había perfeccionado su arte macabro en la Argentina. O un tal Alonzo Maduro, argentino e "infundadamente sospechoso" según los especialistas Paul Begg, Martin Fido y Keith Skinner. 

Pero uno de los candidatos más atractivos fue postulado por Leonard Matters en 1929, en su libro "El misterio de Jack el Destripador", el primero dedicado íntegramente al criminal y un clásico durante años. Allí se lee que un brillante médico londinense llamado Stanley (ninguna fuente cita su nombre de pila) habría cometido los asesinatos de Whitechapel para vengar la muerte por sífilis de su hijo Herbert, contagiado por Mary Kelly, la última de las víctimas de Jack y la más salvajemente mutilada. Para encontrar y asesinar a la prostituta, el doctor Stanley inició una investigación que incluyó la muerte de cuatro amigas de Mary. 

¿El destripador en Buenos Aires? 

Luego de la última matanza - la obra de un verdadero desquiciado según las fotografías y los relatos que han quedado - el doctor habría viajado a Buenos Aires. El propio Matters, instalado en la capital argentina como redactor jefe de un periódico inglés, “pretendió haber descubierto la confesión del doctor Stanley, publicada en uno de los periódicos locales en castellano”, de acuerdo a los estudiosos Colin Wilson y Robin Odell, autores de esa especie de suma que es “Jack el Destripador, recapitulación y veredicto”. Según Matters, un cirujano residente en Buenos Aires que había sido discípulo del doctor Stanley, fue llamado al lecho de muerte de su profesor en un hospital. El mensaje decía: 

"Apreciado señor: A solicitud de un paciente que, según dice, lo recordará usted como el doctor Stanley, le escribo para informarle que se encuentra en este hospital en un estado grave. Padece de cáncer y, si bien le hemos operado con éxito, han surgido complicaciones que hacen que el fin sea inevitable. El doctor Stanley quisiera verlo. Hemos dado instrucciones en la recepción para suspender todas las reglas en su caso y permitir entrar de inmediato a la sala V, donde el paciente se halla en la cama 28. Atentamente suyo. José Riche, cirujano en jefe". 

Durante la visita del cirujano al agonizante, éste le habría confesado que él era Jack el Destripador y además contado con lujo de detalles la historia del hijo y sus trágicas secuelas. Hay que aclarar que durante decenas de años, los especialistas trataron con bastante dureza la teoría de Matters, hasta que en 1972, el ya citado Colin Wilson se encontraba haciendo un programa televisivo sobre el Destripador. Por esos días, el investigador recibió una carta de A.L.Lee, de Torquay, cuyo padre había trabajado en la morgue londinense en la época de los crímenes. La misiva precisaba: 

"En 1888, papá trabajaba para el ayuntamiento de Londres, en el depósito de cadáveres de la City. Entre sus atribuciones se encontraba el recoger los cuerpos de todas las personas que morían en la city y llevarlos al depósito de cadáveres; cuando se necesitaba una investigación, él preparaba los cuerpos para la autopsia del señor Spilbury (...) Su superior inmediato era el doctor Cedric Saunders, el coroner de la City. El doctor Saunders tenía un amigo muy especial, un tal doctor Stanley, que visitaba el depósito de cadáveres una vez por semana. Cada vez que veía a papá la daba un cigarro puro. Un día llegó el doctor Stanley y, pasando frente a papá, le dijo al doctor Saunders: ´Las putas se han apoderado de mi hijo. Me desquitaré´. Muy poco después empezaron los asesinatos. El doctor Stanley seguía visitando el depósito de cadáveres durante ese tiempo, pero, tan pronto como cesaron los asesinatos, nunca más lo vieron. Papá le preguntó al doctor Saunders si el doctor Stanley regresaría. La respuesta fue que no. Cuando papá lo presionó, el doctor Saunderse le dijo: ´Sí, creo que él era Jack el Destripador´. Como colofón, a principios del decenio de los veinte, un domingo, leí en el People un párrafo que decía: ´Un tal doctor Stanley, de quien se cree que fue Jack el Destripador, ha muerto en Sudamérica´". 

Vale añadir que ni Matters, ni Lee, ni Colin Wilson precisan en qué hospital murió el misterioso doctor Stanley, dónde fue enterrado, ni siquiera la fecha exacta, aunque sabemos que todo ocurrió antes de 1929. En cualquier caso, son piezas de ese rompecabezas de noche, niebla y sangre que aún está lejos de completarse, y del que Buenos Aires tal vez no sea del todo ajeno. 

(Publicado en el "Cuaderno de Némesis" titulado "Noche, sangre y niebla", en 2006)



Caricatura de la revista Punch de 1888, con Jack dibujado como un fantasma

El 13 de octubre de 1888 una caricatura titulada "un posible sospechoso" fue publicada por Ilustrated London News

08 mayo 2021

Guillermo Cabrera Infante, entre la literatura y su amor al cine


Por Humberto Acciarressi 

La escena transcurría, semanalmente, en el pueblo donde nació en 1929 - Gibara, en el extremo noroeste de Cuba -, cuando apenas era un chico. Su madre, una mujer que pasaba penurias económicas, le preguntaba: "¿Cine o sardina?". Y nunca, ni él ni su hermano, confesó años más tarde Guillermo Cabrera Infante, eligió la sardina. Lo que equivalía por entonces a renunciar a la comida del día por las aventuras de la pantalla. Como Manuel Puig entre nosotros, aunque Cabrera Infante se dedicó luego a las letras y sus costumbres, el cine nunca estuvo ausente en su obra, que incluyó - ya no en el plano literario - la fundación de la Cinemateca de Cuba, clausurada en 1956 por Batista. Y de hecho tres de sus libros - "Un oficio del siglo XX", "Arcadia todas las noches" y "Cine o sardinas" - recopilan sus exquisitos, brillantes escritos sobre esa pasión no oculta, que lo acercó, incluso, a Hollywood.

Cabrera Infante definía la literatura como "un vasto campo de juego". Allí, como pocos, experimentó con el idioma desde que la fama literaria le llegó con su novela "Tres tristes tigres", donde contó la vida nocturna de tres jóvenes en La Habana pre-revolucionaria. Con ella obtuvo premios internacionales y la expulsión de la Unión de Escritores de Cuba. Luego llegaron "La Habana para un Infante difunto", "Vista del amanecer en el trópico", "Delito por bailar cha cha chá", "Ella cantaba boleros" y "Todo está hecho con espejos", entre otros. Figura impar, a Cabrera Infante se le deben aplicar sus propias palabras: "La historia puede ser real o falsa, pero los tiempos la hicieron creible". Eso, por fortuna, no sucede con todos. En "La ninfa inconstante" dejó plasmada una de sus obsesiones, casi siempre -como suele suceder- no llegan a nada. Escribió Cabrera Infante: "Según la física cuántica se puede abolir el pasado o, peor todavía, cambiarlo. No me interesa eliminar y mucho menos cambiar mi pasado. Lo que necesito es una máquina del tiempo para vivirlo de nuevo. Esa máquina es la memoria. Gracias a ella puedo volver a vivir ese tiempo infeliz, feliz a veces".

Pinta tu aldea y pintarás el mundo, aconsejaba Tolstoi. Cabrera Infante hizo eso, aunque lo suyo es más meritorio si se considera que pasó más de la mitad de su vida fuera de su patria. Se trata de uno de los "lectores" más refinados de la realidad cubana, no sólo en lo político - como insisten detractores y admiradores - sino en lo referido a la vida íntima, cotidiana, de tristezas y alegrías, razones y sinrazones, del pueblo caribeño. Alejado geográficamente de Cuba - salvo cuando en 1965 regresó para los funerales de su madre - Cabrera Infante vagabundeó por varios países. España le negó la residencia, intentó en otras partes, y finalmente consiguió la ciudadanía británica. Jamás volvió a su patria y así, lejos de ella, lo encontró la muerte el 21 de febrero del 2005, cuando su cuerpo no resistió más su salud desmadejada y caprichosa.

(Publicado hace unos años en el diario "La Razón" de Buenos Aires, en ocasión de la muerte de Guillermo Cabrera Infante)


06 mayo 2021

El miedo según Lovecraft


"El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y poderoso es el temor a lo desconocido" 

 H.P.Lovecraft

OSIRIS-REx dejó su huella en el asteroide Bennu


La nave OSIRIS-REx de la NASA realizó un último sobrevuelo sobre el asteroide Bennu el pasado 7 de abril y ahora la agencia norteamericana difundió las imágenes de su huella final sobre la superficie. Es la primera misión de la agencia espacial en visitar un asteroide cercano a la Tierra, evaluar su superficie y recoger muestras para traerlas a nuestro planeta. La nave voló a menos de 3.7 kilómetros del asteroide y lo más cerca que estuvo desde el evento de recolección de muestras Touch-and-Go (TAG) fue el 20 de octubre de 2020. 

De esta manera, OSIRIS-REx se hundió 48.8 centímetros en Bennu, disparó una carga presurizada de gas nitrógeno, tomó material superficial y se impulsó. Ahora, la NASA mostró las imágenes del antes y después de la presencia de la nave sobre el asteroide. La potencia hizo que, incluso, una roca de 1.25 metros de ancho en el borde del sitio de muestreo se moviera de sitio, apareciendo solo en la imagen posterior al TAG. Dathon Golish, miembro del grupo de trabajo de procesamiento de imágenes de la misión, manifestó: “Estas observaciones no estaban en el plan original, así que estábamos emocionados de volver y documentar lo que hicimos”. 

De acuerdo con la agencia aeroespacial norteamericana, OSIRIS-REx estará cerca de Bennu hasta este 10 de mayo, cuando la misión comience su vuelo de regreso de dos años hacia la Tierra. La planificación es que, a medida que se vaya acercando a nuestro planeta, la nave espacial abandone la Cápsula de Retorno de Muestra (SRC) que contiene la muestra de Bennu. Este SRC viajará a través de la atmósfera terrestre y aterrizará con un paracaídas sobre el Campo de Pruebas y Entrenamiento de Utah. La fecha prevista para esto es el 24 de septiembre de 2023. 

Una vez recuperada, la cápsula será transportada a las instalaciones de conservación en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, donde la muestra se retirará para su distribución a laboratorios de todo el mundo, lo que permitirá a los científicos estudiar la formación de nuestro sistema solar y la Tierra como un planeta habitable. La NASA reservará el 75% de la muestra para que las generaciones futuras la estudien con tecnologías que aún no se han inventado.