Por Humberto Acciarressi
Que Beatriz Sarlo haya sido invitada a participar en “6,7,8” fue una bocanada de aire fresco en uno de los dos programas televisivos más desfachatadamente oficialistas desde el fin de la dictadura (el otro fue “Tiempo Nuevo” durante el menemato). No hablaremos del pasado de algunos de los “kirchneristas” que lo componen, salvo anotar que varios no resisten un archivo. Vamos al tema que convirtió en TT de Twitter los nombres de “Sarlo”, “Forster” y “Barone”, que llenó los muros de Facebook y que hizo que el rating del programa trepara a 4,4 puntos, el doble de lo que suele tener.
Y, como novedad de merchandasing, en pocas horas ya había una remera con el “Conmigo no, Barone”, que la ensayista le espetó al periodista experto en mutaciones políticas, cuando le recordó -hiper someramente- cosas de su pasado, y él calló, avergonzado. Mientras escribimos estas líneas, comienza a circular por la web un ringtone para celulares con la frase de Sarlo y se está convirtiendo en un clásico.
De cualquier forma, lo que hay que destacar es que si bien la discusión fue desigual (siete panelistas y la claque tribunera por un lado y una intelectual por el otro), por lo menos es un buen síntoma que un programa de características tan oficialistas haya permitido el cruce de ideas entre la reciente autora de “La audacia y el cálculo” y Forster (el silencio de Barone, los lugares comunes del funcionario Mariotto que criticó...¡los coqueteos con el poder !, el nerviosismo de Sandra Russo, no aportaron mucho). Eso no es poco en favor de Sarlo.
Aunque los debates intelectuales no son partidos de futbol, la mayoría de los espectadores coincidieron en que la escritora no sólo salió airosa, sino que además hubo lapsos en que dejó sin argumentos a sus interlocutores. Incluso basta leer los comentarios favorables a Sarlo en los blogs, videos de YouTube, diarios on line y páginas web que trataron el tema. En la web 2.0 el kirchnerismo es muy fuerte. Pero insistimos, un debate intelectual en medio de tanto discurso único es un buen augurio.
(Editado en la columna "El click del editor" de La Razón, de Buenos Aires)