Por Humberto Acciarressi
Bender, el robot de Futurama; el personaje de "Yo, Robot", de Isaac Asimov; Marvin, el androide paranoico de la Guía del viajero intergaláctico, de Douglas Adams; el legendario Arturito; y casi todos los habitantes de Japón están de duelo. Los científicos de la Nasa dieron por muerto al robot "Spirit", al que habían dejado en Marte y con quien no se tenía contacto desde el 22 de marzo de 2010. Con una indiferencia que asusta, los tecnócratas han señalado que el frío clima marciano debe haber afectado piezas y conexiones del robot. Pobre criaturita informática fallecida tan lejos de su patria, la Tierra, como el más melancólico de los personajes de Bradbury.
Estamos en la obligación de darles una mala noticia: sobre la superficie del planeta rojo, pero muy lejos de donde se encuentra el cadaver de "Spirit", está "Opportunity", su hermano. Cabe suponer que nadie le dio -ni le dará- la mala noticia. Si existe un cielo de los robots tal vez un día se encuentren nuevamente. Los expertos aseguran que su esperanza radicaba en que Spirit resucitara a través de la energía solar ¿Por quiénes nos toman?, ¿realmente quieren convencernos con esa explicación tan poco científica?, ¿consultaron al doctor House? Siempre nos quedará la duda.
El robotito -ahora a la espera de alguna película - se comportó durante un lustro como un patriota terrestre. Envió valiosas informaciones, recorrió la superficie marciana, se expuso como nadie lo había hecho anteriormente. Un mal día se quedó estancado en una zona arenosa ¿Lo rescató la NASA? No. Resolvieron utilizarlo como "estación de información fija". Si lo hubieran insultado no habría sido tan grave.
Spirit no tendrá honras fúnebres. En breve -anunciaron- se enviará otro robot para reemplazarlo. A rey muerto, rey puesto. El sustituto se llama Curiosity y todavía no estamos en condiciones de asegurar que sea un trepador. En tanto, cada vez que mires el cielo y veas el color rojizo de la tumba de Spirit, guardá un minuto de silencio. Amén.
(Publicado en la columna "El click del editor" de La Razón, de Buenos Aires)