La boda real entre el príncipe William y Kate Middleton, que por cierto no estuvo a la altura de otras ceremonias parecidas en Gran Bretaña, dejó mucha tela para cortar. Primero fue Pippa, la hermana de la novia, de quien aparecieron fotos bien hots y bailando en una fiesta privada. Otra de las cosas que llamaron la atención ese día fue el bizarro, monstruoso, inexplicable sombrero de la princesa Beatriz. Tan espantoso atuendo en la cabeza -fruto de una mente digna de estudio- fue comparado con la tapa de un inodoro, un moño, un ovni, una escultura abstracta mala, la parte superior de una reja. Nadie entendió qué hacía una chica tan bonita (que por cierto lo es) con ese adefesio en el balero.
Blogs, revistas, twitter, diarios, televisión, etc, ningún medio fue ajeno al tratamiento de esa prenda (vos perdonarás, pero de alguna forma hay que llamarla). Incluso en Facebook se abrió una página titulada “El ridículo sombrero de la princesa Beatriz en la boda real”, con 140 mil seguidores. Ahora “Bea” (sepan disculpar la confianza) donó el engendro para que sea subastado en red, aparentemente con fines benéficos. La misma joven se manifestó asombrada por el interés levantado por su indescifrable atuendo, al que incluso alguien le hizo una canción.
La subasta culmina en unos días, pero la puja ya llegó a treinta mil dólares. Con lo cual hay que calcular que será bastante más. Lo increible es la manera que utiliza el sitio para describir el objeto. “Un moño de boda verdaderamente único, divertido pero elegante”, indica la descripción. Y añade que “esta pieza se usa en la línea frontal del cabello asegurada por una cinta clara de alambre que es fácilmente cubierta por el cabello de la usuaria. Este es un sombrero que desafía a la gravedad”. Leiste bien: ¡¡¡ Un sombrero que desafía la gravedad !!! Si ya era original por lo espantoso, con este dato estamos en presencia de uno de los inventos jamás salidos de mente humana. Lamentablemente, el sitio no especifica si también se subasta el paraguas de Mary Poppins.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)