Por Humberto Acciarressi
Para quienes están vendiendo sus posesiones, comprando viajes a la Luna o un revolver para volarse la tapa de los sesos el día anterior, respiren profundo, metan la nariz en una bolsa de papel o tómense un clonazepam. Porque van a tener que inventarse otro motivo para escapar de los problemas reales ¿De qué hablamos? Del fin del mundo. O del supuesto apocalipsis que se vaticinaba para el 22 de diciembre de 2012, de acuerdo a la llamada "profecía maya" mezclada con otras predicciones de dudosa reputación. Buno, lo concreto es que ese día que pintaba para nefasto "no se acabará el mundo". En verdad, nos quitan un peso de encima.
Pero, ¿quiénes lo afirman? Nada menos que los principales especialistas del Centro de Estudios Mayas de la UNAM. Peor aún para los amantes de las catástrofes, no existe ninguna profecía maya de ningún tipo. Ni siquiera las que hubieran sido más importante para ellos, sea la llegada de los españoles, sea la superioridad que tendría en el futuro el oro sobre los espejitos que les dieron los gallegos. No existe nada -señalan los expertos mexicanos- que se refiera al fin del mundo ni en el calendario ni en la cultura maya. El 22 de diciembre de 2012 terminará un ciclo de cinco mil 125 años y comenzará uno nuevo. Y punto. A ningún maya se le pasó por la cabeza que algún día el planeta colapsaría. Claro que no ignoramos un dato esencial: la noticia no quita que los descerebrados sigan manteniendo esta disparatada teoría. De algo hay que sufrir.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)