Por Humberto Acciarressi
Aunque ya venía en decadencia, la era de los piropos acaba de terminar. Y no la mató la costumbre sino la ciencia. Desde los más románticos hasta los más groseros -dice un grupo de investigadores- no sirven para nada. Tampoco las frases para entrar en tema ("No tener ajillo para aprovechar esas gambas"), o el atractivo que haya entre ambos. Que una relación amorosa culmine exitosamente es directamente proporcional a la capacidad de entenderse sin necesidad de utilizar sustantivos, adjetivos ni verbos. La clave - tomá nota porque no pienso repetirlo - son algunas palabras funcionales como "el", "un", "que", "otra cosa", "su", "ya". Difícil entender esta idea sin pensar inmediatamente en un mono adiestrado por un loro.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
El estudio, con pruebas de cuatro minutos, no deja algunas cosas en claro. Por ejemplo: ¿si un tipo se le acerca a una mina, la mira fijo y le dice "otra cosa", y ella le contesta "un", ya se desató el romance?, ¿esto quiere decir que uno se pasó la vida hablando de más, cuando bastaba con un simple "ya"? Hay otro dato: el 80% de las parejas formadas, cuyo estilo de escritura es similar, a los tres meses siguen juntos. Ejemplo. "Chabona to´ bn t´re kiero", escribe él. "K´lindo loko no tgo kredi en el celu :(:(", contesta ella. Esa pareja tiene futuro y serán siempre felices e ignorantes. Si ella hubiera respondido: "Eso le decía Emma Bovary a su esposo y no era cierto", no pasaba nada. Nominados y expulsados del Gran Hermano del amor. Y siga el chamuyo.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)