Siempre me pareció muy chico, aunque nunca le pregunté nada porque lo creía un enano. Me extrañaba su vestimenta: un guardapolvos azul con el cuellito blanco. Pero la moda es la moda. Un día me pidió leche y vainillas, mientras me instalaba un antivirus en la máquina. "Tipo raro el enano", pensé. Una tarde estuvo dos horas explicándome los beneficios de la IPv6 por sobre el actual protocolo, y cuando le dije que tenía que salir, hizo un puchero y casi se larga a llorar.
Hasta que finalmente conocí la verdad. Santino (así se llama mi técnico especializado), tiene cuatro años. Cuando se lo conté a un amigo, no se sorprendió: "Cada vez vienen más chicos. El mío tiene cinco". Pero, ¿cómo puede ser? Me arregla la compu y antes de irse me pide que le ate los cordones de las zapatillas.
Ahora resulta que eso es normal y avalado por un estudio. Los nuevos nativos digitales saben hacer proezas con los ordenadores pero se caen de la hamaca, no aprenden a andar en bicicleta y (lo comprobé con Santino) no se atan los cordones de los zapatos. A los dos años (repito: dos años) el 25% de los chicos sabe navegar por la web. Y vaya a conocer uno en qué sitios se meten. Muchas veces me sorprendí diciendo "este blog parece escrito por un chico de cuatro años". Ahora sospecho que es literalmente cierto. Ayer Santino volvió a casa. Le pregunté si sabía jugar al futbol y me desafió al Wininng Eleven. Y después twitteó: "Acá tengo un cliente que cree que soy un gil".
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)