En esta misma columna, hace unos meses, lo habíamos adelantado. Ahora el chico ya nació. Se trata del documental "La vida en un día", dirigido por Kevin MacDonald a partir de 4.500 horas de 80 mil videos subidos a YouTube en 192 países, que se estrenará en breve. La película tiene una duración de 90 minutos, collage de 331 fragmentos de lo que los usuarios colgaron en la red el pasado 7 de julio. Se dice que es un experimento histórico, pero tal vez no en el sentido correcto. Para nosotros, humildemente, se trata de la explotación del ego de miles de desconocidos llevada a su máxima expresión. Ya sea un coreano que hace nueve años recorre el mundo en bicicleta, un ruso que usa todas las calles de Moscú como pista de entrenamiento, o una gallega hablándole al espejo, muchos de ellos no tendrán los quince minutos de fama vaticinados por Warhol, pero sí sus treinta segundos.
Que la gente hace cualquier cosa por obtener un poco de celebridad ya es un lugar común ¿Los objetivos? Ventilar sus detritus en la web, creer que sus bajezas son dignas de ser conocidas, sospechar que están llamados a ser el nuevo/a Susan Boyle, querer integrar una troupe de mediáticos que a veces se llenan de plata y otras lloran sus miserias ante millones de espectadores. El formato documental le da al asunto un halo de seriedad (aunque sospecho que los editores se deben haber reído de lo lindo), razón por la cual no faltará quien a partir de ahora pase a denominarse, al ser interrogado por su profesión, como "actor". Doble contra sencillo e incluso doy más ventaja. A partir de ahora, el ego podrá cobrar derechos de autor.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)