22 junio 2014

Una estatua de Ana Frank y aquel papelón de Borja


Un papelón con todas las letras. Por supuesto recordás el Ecce Homo destrozado por la vieja que le metió mano en la iglesia de Borja, España. Aquel hecho sobre el que nos ocupamos en varias columnas en La Razón y en este blog. Ahora, una restauración casi tan demencial como aquella tuvo lugar en nuestra provincia de Córdoba, en el cantero central de la avenida Poeta Lugones frente al Museo Emilio Caraffa. Allí existía una escultura de Anna Frank. La estatua fue obra de Carlos Belveder (para colmo fue atribuida a otra persona hasta que un grupo de ex alumnas del verdadero autor hicieron conocer el Facebook del artista, donde se lo observa trabajando en la pieza). Este realizó la figura original de la niña con las manos sobre un baúl, en momentos en que ella escribe su famoso diario. Se inauguró hace una veintena de años y quedó como se la observa arriba. Vándalos de esos que nunca faltan, hace poco "decapitaron" la escultura que quedo así.


Ahora bien. Cuando la estatua fue inaugurada, le fue atribuída -porque él se encargó de decírselo a todo el mundo- a un tal Isaac José Nahmias Nadie mencionó en 1995 al profesor de Laguna Blanca, el verdadero autor, que hoy cuenta que la obra la hizo él sólo y la DAIA local le pagó por ella. Pasaron los años, se cometió el acto vandálico y las autoridades de la entidad judía volvieron a llamar al tal Nahmias, es decir al falso autor. Y quedó tan claro el embuste que la obra quedó así:


Esta porquería, de la que se han ocupado diarios de toda Latinoamérica comparándola con el Cristo de Borja, además de las redes sociales con cargadas de todo tipo y tenor, es lo que se ve hoy en la avenida cordobesa. Obviamente, una asquerosidad sin proporciones y fruto de un amateur caradura. La cabeza desproporcionada y un rostro nada similar al de la niña muerta bajo el nazismo, no le hacen ningún favor a su recuerdo. "Es una burla lo que se exhibe ahora. Difiere mucho con la obra inicial. Hubieran agarrado una foto aunque sea", se quejó el verdadero artista, Carlos Belveder. Y razón no le falta. Abajo, la imagen de su Facebook en dónde se lo ve trabajando en la escultura hace dos décadas.