Ahora bien. Cuando la estatua fue inaugurada, le fue atribuída -porque él se encargó de decírselo a todo el mundo- a un tal Isaac José Nahmias Nadie mencionó en 1995 al profesor de Laguna Blanca, el verdadero autor, que hoy cuenta que la obra la hizo él sólo y la DAIA local le pagó por ella. Pasaron los años, se cometió el acto vandálico y las autoridades de la entidad judía volvieron a llamar al tal Nahmias, es decir al falso autor. Y quedó tan claro el embuste que la obra quedó así:
Esta porquería, de la que se han ocupado diarios de toda Latinoamérica comparándola con el Cristo de Borja, además de las redes sociales con cargadas de todo tipo y tenor, es lo que se ve hoy en la avenida cordobesa. Obviamente, una asquerosidad sin proporciones y fruto de un amateur caradura. La cabeza desproporcionada y un rostro nada similar al de la niña muerta bajo el nazismo, no le hacen ningún favor a su recuerdo. "Es una burla lo que se exhibe ahora. Difiere mucho con la obra inicial. Hubieran agarrado una foto aunque sea", se quejó el verdadero artista, Carlos Belveder. Y razón no le falta. Abajo, la imagen de su Facebook en dónde se lo ve trabajando en la escultura hace dos décadas.