Pese a la popularidad del videogame, debieron pasar años para que su creador sacara algún provecho de su idea, mientras otros ganaban miles de millones de dólares con ella. En Occidente, el programador nacido en Moscú se habría convertido en millonario, pero en la Unión Soviética todo ese dinero fue a parar a las arcas del Estado. El joven informático ni siquiera llevó la negociación de los derechos, sino una compañía llamada Elektronorgtechnika.
Para empeorar las cosas, la burocracia de Moscú tuvo al principio poco control y dejó que se les escaparan unos cuantos rublos, ya que en Europa y Asia se vendieron sublicencias sin su conocimiento. Y cuando el juego llegó a la fama con Game Boy, de Nintendo, quien se quedó con el dinero fue un distribuidor holandés, y Pazhitnov sólo fue recompensado con una computadora. Sin embargo todo cambió en 1996: logró adquirir parte de los derechos del juego y fundó la Tetris Company.