Por Humberto Acciarressi
Alla por el 2003, la revista Rolling Stone lo había elegido el Mejor Solista Internacional del Año junto a Joaquín Sabina y Manu Chao. Y eso que alguien, en cierta oportunidad, había apuntado que su nombre era un secreto a voces. Y la misma publicación que lo honró con la distinción de MSI dijo oportunamente que "sus canciones son dardos que hacen blanco en las fibras sensibles de los espectadores". Una voz que encanta, temas que se entreveran en las profundidades del alma rioplatense, melancólico, Fernando Cabrera -con más de tres décadas de carrera- se ha convertido en maestro y faro de artistas como Jorge Drexler, Kevin Johansen, Liliana Herrero, No Te Va a Gustar, Paulinha Moska.
Ahora, este artista cuya música conjuga aires de rock y acordes típicamente uruguayos, mechas veces mezclados con una estética contemporánea que le llega desde Piazzolla, ahora acaba de editar "Viva la Patria", con quince temas suyos, salvo "Hijos de la abundancia". En ellos está acompañado por Ricardo Gómez, Federico Righi, Hernán Klang, Juan Pablo Chapital, Jorge Galemire (que a veces le hace la segunda voz), Matías Craciun, y Guillermo Hill. Una de las canciones, "Después del muelle", fue compuesta para la banda sonora del documental "Nunca leí a Onetti", de Pablo Dotta. El disco fue grabado, mezclado y publicado originalmente en Uruguay.
Como muchos de sus compatriotas, las luces y las noches de Buenos Aires no le son ajenas. Ya ha estado en varias oportunidades en nuestra ciudad, y ahora retornará para presentar el nuevo CD en agosto, en el ND Ateneo. Mientras tanto llega esa fecha, sus seguidores podrán escuchar este material por momentos hipnótico y por momentos de una especie de alegría triste. Si bien la buena música puede prescindir de la letra (y muchas veces sería necesario que lo hiciera), en Cabrera -como en otros trovadores- la calidad musical e interpretativa va de la mano con el contenido de los poemas. Una placa para tener en cuenta, en la obra de este oriental con tantos galardones acumulados en treinta años.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)