Por Humberto Acciarressi
El 5 de junio de 1964, hace medio siglo exacto, un ignoto grupo llamado Davy Jones and The King Bees editó en los estudios Decca un simple -de aquellos de vinilo, con un tema por lado- con la canción "Lisa Jane" en la cara A. En la reversa había una composición de Paul Revere y los Raiders llamada "Louie, Louie Go Home". Musicalmente hablando el hecho sería intrascendente, si no fuera porque David Jones, por entonces de 17 años, con el tiempo se iba a convertir en David Bowie, el músico que llevó el glam rock a sus cimas más altas y de quien -ya en calidad de músico, actor, productor, personalidad, etc- se ha dicho que "su influencia es única en la cultura popular: ha permeado y cambiado más vidas que ninguna otra figura pública".
Pero en aquel lejano junio del 64, el adolescente Davy Jones andaba resolviendo otras cosas: por ejemplo cómo dejar ese grupo que no le aportaba nada, salvo ese primer disco en Decca. Un mes después de esa estadía de exactamente siete horas en la sala de grabación, reunió a sus compañeros y les comunicó que se iba. Ya antes había pasado la etapa de sus estudios de arte, música y diseño, o de imitación en las fiestas de sus ídolos Elvis Presley o Chuck Berry. Ahora ya estaba entusiasmado por Charles Mingus y John Coltrane, y además -de acuerdo a sus palabras- soñaba con hacer algo del estilo de Mick Jagger. Se unió al grupo de blues The Manish Boys. Y así anduvo probando suerte por varias agrupaciones.
Toda historia tiene su prehistoria. Hacia mediados de la década del 60, para todo el mundo, Davy Jones era uno de los integrantes del grupo The Monkees, esa banda inventada en los Estados Unidos cuyos integrantes ni siquiera tocaban sus instrumentos y de la que ya nos hemos ocupado en esta columna. Nada podía molestarle más a ese dandy británico, que se llamaba igual pero que estaba en las antípodas culturales y estéticas, que lo confundieran con su homónimo, también nacido en Inglaterra pero criado en Los Angeles. Fue por ese motivo que el Davy Jones que nos interesa resolvió cambiarse el nombre. Lo que no muchos saben es que el "Bowie" que eligió para hacer archifamoso el apellido, se lo puso en homenaje -aunque cueste creerlo- de Jim Bowie, un especulador de comienzos del siglo XIX, esclavista en el Caribe, torturador, mercenario e inventor del llamado "cuchillo Bowie" ¿De dónde le vino a David esta insensata idea? Vaya uno a saberlo. Pero así se sacó de encima el nombre con el que había grabado, en aquel lejano junio de 1964, el fracasado sencillo con The King Bees.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)