Tres discos con Buffalo Springfield, cinco con Crosby, Still y Nash (participación en el mítico Woodstock mediante), uno con The Stills-Young Band. Si a eso le sumamos las 43 placas en solitario, Neil Young es una máquina de hacer música y casi no debería tener tiempo para otra cosa. Ahora acaba de editar su trigésimo quinto álbum de estudio, "A Letter Home", que vendría a ser el segundo de versiones del canadiense (el anterior fue "Americana" y contó con la participación de Bob Dylan, Bruce Springstee, Bert Jansch y Willie Nelson, además del grupo Crazy Horse). Pero este álbum casi experimental fue más sorpresivo.
Efectivamente, el disco que acaba de publicarse es en solitario, con una muy ecueta participación en dos temas ("On the Road Again" y "I Wonder If I Care As Much") del productor Jack White. Es un disco hermoso y áspero, grabado de una forma inusual. Young se metió con su guitarra y sus armónica en una antiquísima cabina de grabación de vinilo Voice-o-Graph de 1947, con un sólo micrófono y en monoaural, del estudio de White en Nashville. El sonido es magnífico. El propio Neil ha dicho: "Me doy cuenta que suena como un viejo disco. Y me encanta el sonidos de los discos viejos. Siempre me gustaron".
Varios de los temas de "A Letter Home" (todos covers de sus amigos de la música, entre ellos Willie Nelson, Bob Dylan, Bruce Springsteen, los Everly Brothers, Tim Hardin) ya los había tocado en formato acústico después de la experiencia de la gira "Alchemy Tour" con los Crazy Horse. Otras canciones, más antiguas, mejoraron mucho con la técnica de grabación, y hasta merecieron elogios de algunos de los compositores, como fue el caso de Dylan. El disco es realmente muy bueno, bien del estilo Young y con las sorpresas con las que el músico siempre le gusta experimentar, no por snobismo sino por amor a esta disciplina artística a la que tantos aportes le viene dando.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)