Por Humberto Acciarressi
Días atrás, Bob Esponja sufrió un acusación atroz: por su culpa, los chicos pueden sufrir deficiencias de atención y problemas de aprendizaje. Dicho en criollo, Bob les absorbe el cerebro. Que un dibujo animado sufra una afrenta, ya es una exageración. Que eso ocurra dos veces en una semana, induce a pensar que Bob se está enfrentando a un problema serio. En cualquier momento lo vemos entrando al psicólogo, o sedado en un rincón. Lo que le pasó ahora se suma al listado de dramas que enfrenta Bob.
En Hollywood, un hombre disfrazado del dibujo, recibió una paliza de dos mujeres. Resulta que las chicas estaban frente al Teatro Chino, charlando animadamente, cuando Bob comenzó a hacerles morisquetas. Ellas le pidieron que las dejara tranquilas, pero el sujeto siguió con sus saltitos y hasta se puso a bailar delante de ellas. Pero todo tiene un límite. Hasta la estupidez. Hartas del insoportable (que debe agradecer que las dos mujeres no estuvieran armadas), pasaron al ataque sin vueltas, aunque de menor a mayor. Bob también tiró alguna piña, pero sus contendientes se abrieron en abanico y comenzaron a atacarlo por los dos flancos.
Mientras, alrededor se fue juntando gente para mirar y apostar. A cierta altura del combate, Bob ya se estaba comiendo una paliza histórica. Recibió piñas y hasta le tajearon el disfraz. Después llegó la policía. En un video que circula en la red hay una escena imperdible por lo bizarra: el cuerpo cuadrado de Bob, con las manos en alto y las piernas abiertas, apoyado contra un colectivo. Gente muy poco seria la de Los Angeles. Para concluir con el garrón de Bob, los agentes le sacaron el disfraz, lo dejaron tirado en la calle y lo detuvieron por varias horas. Esponja -no hay caso- está mufado.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)