En Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, específicamente en la sala Cronopios (también Cortázar era uno de quienes se carteaba con de Moraes), quedó inaugurada la muestra "Vinicius...saravá! La vida, amigo, es el arte del encuentro", que podrá recorrerse hasta el 16 de febrero próximo con entrada gratuita, y el visitante consustanciarse con el espíritu de una generación marcada por la pasión y la sensibilidad del músico y poeta brasileño, sobre cuyo centenario nos referimos hace un mes en esta misma columna. La esposa argentina de Vinicius de Moraes, Marta Rodriguez Santamaría, fue quien tuvo la idea de celebrar el siglo del natalicio del compositor con esta exposición de noventa fotografías repartidas en dos grandes segmentos.
Hay que indicar que la impronta creativa estuvo a cargo de la siempre genial Renata Schussheim, gran amiga de Vinicius, quien fue la que resolvió darle forma al conjunto, de manera tal que por un lado puedan verse fotografías de viajes y familiares, sean en blanco y negro como en color, y por el otro las que integran un portfolio del fotógrafo Gianni Mestichelli, con imágenes del poeta en Buenos Aires, durante la mítica grabación del vinilo La Fusa -con Toquinho y María Creuza- como en presentaciones junto a Dorival Caymmi, Baden Powell, el Cuarteto Emcy y Astor Piazzolla. En tal sentido, la viuda de Vinicius dice que "hay que saber tomar su legado. La muestra equivale a retomar lo suyo de manera espiritual, ya que aunque él no está físicamente, su espíritu da vueltas por este lugar".
Efectivamente, además de las fotografías, durante estos tres meses la estela mágica del músico carioca estará en sus más de 400 canciones que sonarán en todo momento, los recitales de su poesía, la exhibición de videos varios, además del documental "Vinicius", de Miguel Faría Jr. y Susana de Moraes. No faltarán, como era de esperar, sus libros, sus cartas y las instalaciones inspiradas en su vasta y diversificada obra. Su ex esposa, que conoció al músico cuando ella apenas tenía 22 años, y Renata Schussheim (quien señala que "la intención no fue un homenaje, sino un festejo descontracturado y cálido, en consonancia con la amistad que él tuvo con la Argentina"), trabajaron codo a codo hasta crear un ámbito propicio para el disfrute máximo del arte. Especialmente de ese creador del que su propia viuda reivindica como alguien que rompió la barrera entre lo popular y lo erudito, "y que podía estar a la vez con Orson Welles y ser amigo de cualquier persona del pueblo". Algo que no es poco en tiempos de tantos egos inflados.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)