Rjukan es un pueblo noruego que le debe su belleza al origen mismo de su "maldición": las montañas que lo rodean impiden que sus habitantes vean el sol directo durante el invierno, incluso al mediodía. Cansados de la situación, decidieron llevar la luz solar al centro del pueblo por primera vez, a través de tres espejos gigantes colocados en una de las montañas. Ya hace un siglo que la idea venía dando vueltas, pero recién en el 2003 el proyecto fue viable técnicamente. Los 3.500 habitantes organizaron una fiesta para dar la bienvenida al sol, con anteojos negros para que la luz no les dañara los ojos.