El triunfo de España sobre Italia volvió a darle la razón a -por lo menos- dos animales: la nutria Maya (que vive en el zoo de Málaga) y al oso panda Lin Hui. Hay, sin embargo, que destacar algo: la primera superó al finado pulpo Paul, estrella del Mundial de Sudáfrica, en cantidad de aciertos. Y a la que le fue mal en los vaticinios fue a la elefanta Citta, residente en Polonia, que dio por ganadores a los italianos, con lo cual también ella se comió la goleada. No estoy al tanto de lo que predijo la osa polar Antonia, que estuvo con los tanos en la semifinal.
A otros oráculos animales sobre los que leí en los últimos tiempos se los tragaron las noticias. Entre ellos estaban la vaca Yvonne, la alpaca Kasmir, el bulldog Xaver, la culebra Ado (que elegía morfándose a ratas con los colores de cada equipo mientras la gente gritaba entusiasmada), la cerda Emma y la cabra Traudi (que insólitamente consiguió un puesto en una radio de Baviera, cuyo sueldo, obviamente, cobraba su dueño). Hubo casos de doble predicción, como los de las nutrias Ferret y Morme. Si todo esto no fuera rigurosamente cierto -no los vaticinios sino la existencia de estos bichos oráculos-, todavía me quedaría un poco de esperanza en el futuro de la humanidad. Pero la gente -y no los animales- es la que está muy loca.
Justamente, en relación a eso, varias organizaciones de defensa de los derechos de estas vacas, nutrias y pulpos indican que esto "inflige un sufrimiento innecesario por simple diversión". Yo no veo que los animales sufran, salvo el caso de las ratas que se come la culebra Ado. El problema, a diferencia de lo que sostienen los defensores de delfines, es que esta moda ya tiene repodrido a todo el mundo. Primero el Mundial y ahora las copas europeas: los animales pronosticadores se ensañaron con el fútbol. Y como todo el que tiene un animal tiende a creer que posee "poderes", no pasará mucho tiempo en que para salir de tu casa consultes a tu mascota sobre el clima que viene. De hecho, antes de enviar estas líneas, mis dos perros le echan un vistazo.
(Pubicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)
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