28 junio 2012

Los panameños, los OVNI y una encuesta

Por Humberto Acciarressi

Para ciertas cosas, cualquier excusa es buena. Y los panameños acaban de demostrarlo en una encuesta bastante masiva realizada por Gallup. En cualquier lado del mundo, a mucha gente se le despierta el apetito sexual mirando mujeres, hombres o mestizos en la calle; a unos con películas porno o con comidas afrodisíacas, a otros charlando en una mesa de bar; a muchos en el trabajo o en la escuela; y es de suponer que a quienes los frecentan, también les sucede en los prostíbulos.

Pero lo de los panameños es largamente asombroso. Un 37% de ellos -una cifra escandalosamente alta- señala que se les despiertan las ganas de tener sexo inmediatamente después de ver un OVNI. Y podemos añadir que es doblemente raro, ya que deben ser pocos los países que puedan jactarse de tener una población que se la pasa viendo objetos voladores no identificados. Desconozco la pregunta que se les hizo a los encuestados, pero me la imagino: "¿Qué te pasa cuando ves un OVNI?". Y alli la respuesta.

Como te darás cuenta no se le pregunta si le gusta la pizza de Las Cuartetas, el vino tinto o si es de River o de Boca. Le mandan una pregunta como si estuvieran en la base del Cerro Uritorco o en un pasaje del libro o la adaptación cinematográfica de la Guerra de los Mundos. Una de las respuestas típicas fue "el deseo que más me marcó después de ver un plato volador fue el sexual". Por mucho menos, Rantés se pasó todo el film "Hombre mirando al sudeste" en el psiquiátrico.

Lo loco es que los panameños difieren al describir a los OVNIs. Un 39% los define como un platillo, un 4% como una avispa, un 3% como un trompo y un 1% como...¡¡¡una grúa!!! Otros son más o menos descabellados. En cuanto a la forma de los ET, un 12% se los imagina como largartos gigantes, un 11% como humanoides, un 2% similares a ángeles (sin explicar cómo es un ángel). Lo que ninguno duda es que les despierta apetito sexual. Sin ánimo de causar un conflicto diplomático, esta gente está muy loca.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)