14 junio 2011

Un cuarto de siglo sin Borges


Por Humberto Acciarressi

Ya ha pasado un cuarto de siglo de la muerte de Jorge Luis Borges. Apenas un grano de arena en la historia del mundo, pero una eternidad en la vida de un hombre. Y en el caso póstumo de un escritor, una especie de exámen de posteridad. Hay autores cuya obra es olvidada en vida del mismo; otros cuyos escritos no aguantan el paso del tiempo. Borges no está en ninguna de estas categorías. Sus libros se siguen leyendo con el mismo entusiasmo y -lo que ya ocurría antes de su muerte- son estudiados en todo el mundo. El de Borges es un caso que casi no tiene precedentes, salvo en algunos clásicos como Shakespeare, Cervantes y no muchos más.


El universo literario no tiene demasiados ejemplos como Jorge Luis Borges. Casi no hay, incluyendo a los autores del Quijote y de "Hamlet", un escritor sobre el que parece haberse dicho todo. No por orfandad de teorías o enfoques, sino por exceso. Millones de sitios en Internet, miles de libros sobre su obra y su vida huérfana de grandes aventuras, no han dejado costado por donde arar. Y homenajes como el que le rinden hoy en todo el mundo.

Autor de la prosa más revolucionaria del idioma castellano en los últimos siglos, escribir "borgeanamente" es una maldición que muchos no pueden eludir. Ni siquiera cuando murió en 1986, hace veinticinco años en la lejana Ginebra, dejó de ser blanco de las críticas. Denostarlo era entonces casi un deporte nacional, a la altura del futbol. Hoy ya nadie pone en duda que hay en la literatura un antes y un después de Borges. Son pocos,­ su admirado Kafka fue uno de ellos,­ los que han generado una forma de escribir que se haya convertido en adverbio. "Kafkianamente", "borgeanamente"... La lista no es muy larga y eso algo indica.

Pero lo que ha conseguido Borges,­ y en eso es único,­ es que nadie pueda volver a utilizar ciertos términos sin ser visto como, en el mejor de los casos, un imitador. ¿Quién puede escribir, por lo menos sin cierto pudor, palabras tales como "nadería", "vasto", "caramba", "sospecho", "sórdido" o frases como "los movimientos literarios son una comodidad de los historiadores" o con la que se refería a Groussac ("sabía inglés y sospechaba el griego")?.


Ahora se está operando un fenómeno interesante. Los lectores más jóvenes encuentran en Borges una especie de abuelo lejano y querido ¿Cuántos escritores han inspirado nombres de bandas de rock? Los teóricos del postmodernismo han ayudado un poco, pero lo real es que pasadas las viejas polémicas, lo que queda es su literatura. En cierta ocasión Savater le pidió a Ciorán unas líneas para un homenaje del que participaron escritores de todo el mundo. El rumano, siempre reacio, termina su texto: "Borges podría convertirse en el símbolo de una humanidad sin dogmas ni sistemas y, si existe una utopía a la cual yo adheriría con gusto, sería aquella en la que todo lo mundo lo imitara a él, a uno de los espíritus menos graves que han existido, al último delicado".

Nacido en 1899, cultivó el gusto por las lecturas y fue autor de poemas, cuentos y ensayos memorables, ninguno de los cuales debería ser dejado de lado en una antología. Pero lo ya señalado, ¿qué más podría agregarse sobre Borges, salvo que su obra parece contener, como un aleph, toda la historia de la literatura? Pero eso también se ha dicho, y seguramente mejor.

(Publicado en la sección Cultura, de La Razón, de Buenos Aires)