Por Humberto Acciarressi
Graciela Alfano, entre otras cosas, está provocando una revolución en Twitter. En poco tiempo ya tiene 380.579 seguidores, está en 3.349 listas y sigue a un reducido número de 65 "agraciados". Y todo con apenas 9.082 tweets, una cifra ínfima comparada con la de muchísimos famosos. Bajo el nickname de @alfanograce, y una referencia que dice "Jamaica. No woman no cry. Antes hablaron de mi. Ahora yo hablo de ellos", la mediática más famosa -y por cierto más original-, ha logrado instalarse en un sitio tan difuso que uno puede sospechar que está twitteando desde el hospicio o que realmente ha inventado una nueva estética, denominada por ella como "tweet-art".
Les guste o no a sus detractores, Grace divierte mucho más que nadie de quienes la rodean. Es una máquina de sumar bizarradas, como cuando subió sus fotos desnuda en el baño de Ideas del Sur (una de ellas titulada "Esperando a Popot Strinberg", jugando obviamente con el "Esperando a Godot" de Samuel Beckett), o tapándose con un libro de Bernardo Stamateas (con lo cual le encontró una utilidad más digna).
Para colmo, la foto de su avatar de Twitter es la de su gato, el mismo al que en el anterior "Bailando..." le suministraron pastillas para relajarlo y que no ataque a panelistas y participantes. El gato falopero pasó de esa dura experiencia a convertirse en la cara visible de una Alfano convertida en twittera compulsiva. Una invitación a quienes la atacan: lean los tweets de los famosos y compárenlos con los de la polémica jurado. No le llegan ni a los talones. Parece aplicar a rajatabla uno de sus más recientes dichos en el microblogging: "Nunca interrumpas a tu enemigo mientras está cometiendo un error".
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)