Hace unos años hubiera sido imposible y unos siglos más atrás hubiese bastado para un cisma, la nominación de un antipapa y hasta la fundación de una nueva iglesia. Y si me corren, la Inquisición lo hubiera puesto a arder en un asado público ante los gritos de la gente entusiasmada. Hoy, con la aceleración de la historia y los paradigmas posmodernos vigentes, el Papa Benedicto XVI puede abrirse tranquilamente una cuenta en Twitter y comunicarlo urbi et orbi sin problemas.
Eso fue lo que ocurrió en las últimas horas y ya son miles los que siguen el nickname @pontifex, la cuenta a través de la cual el pontífice predicará el mensaje evangélico. Ya han quedado muy atrás los tiempos en que los apóstoles caminaban descalzos por el mundo conocido sumando fieles. Si hubieran contado con un BB se hubieran evitados muchos dolores de cabeza, por ejemplo que ésta fuera separada de su cuerpo por orden de algún emperador romano celoso de sus dioses.
Pero para mantener en vilo a sus seguidores, el Vaticano anunció que el primer tweet papal de la historia se emitirá el 12 de diciembre. Y también se indicó que el Papa responderá a los followers que lo interpelen sobre cuestiones relacionadas con la fe, con el hashtag #askpontifex. Ya sabés, nada de preguntar qué número saldrá en la quiniela, ni que caballo ganará en la quinta de San Isidro, ni con qué números cerrará la ruleta marplatense. Sólo cuestiones vinculadas a la religión.
Los voceros vaticanos, además, han señalado que Benedicto XVI está convencido de que la iglesia tiene que estar presente en los entornos virtuales, incluyendo a todos aquellos que no comulguen con el catolicismo. El Papa no quiso quedarse afuera de la explosión del microblogging y no sería raro que en cualquier momento se abra un perfil en el "Face", aunque sea para reencontrarse con sus amigos de la infancia y los compañeros de escuela. Eso sí, para los que piden retribución: el pontífice aclaró que no devolverá el follow.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)
