27 diciembre 2012

El drama de la mujer cuyo cerebro es un DJ

Por Humberto Acciarressi

Cath Garmester es una señora mayor. Es inglesa y conocemos su edad: 84 años. De salud, cuentan, está impecable. El cuore le bombea bien y no tiene nada que haga sospechar que no vivirá unos años más. Sin embargo Cath sufre un drama que excede cualquier otro que quepa imaginar. No puede conversar, mirar televisión, ir al cine, seguir las noticias por la radio. No es por falta de concentración y ni siquiera es sorda. El problema de la pobre señora inglesa es que escucha constantemente, dentro de su cabeza, música de cualquier tipo, especialmente marchas militares y el Feliz cumpleaños.

Los médicos han diagnostica que Cath padece una rara condición conocida entre los especialistas como síndrome del oído musical, que le provoca a la persona que lo padece alucinaciones auditivas. En los casos extremos, como en el de la mujer británica, el enfermo escucha una y otra vez, esté dormido o no, varias canciones. Como si su cabeza fuese un salón de baile abierto las 24 horas, o la celda de reclusión de un DJ autorizado a tener una discoteca en su encierro. Aunque es una de las características de la enfermedad -y por suerte Cath lo experimenta poco- los pacientes escuchan golpes y pitazos, como los de un árbitro cobrando un penal.

Lo curioso de esto es que nada proviene del mundo exterior. No es una cuestión del oído, sino del cerebro. Nick Warmer, un psiquiatra especializado en la tercera edad, lo grafica de la siguiente manera: "Es como si como si alguien estuviese poniendo música o como si el mismo artista, el músico, estuviese al lado". Y señala que lo que prima, en general, son canciones navideñas e himnos. El Feliz cumpleaños de Cath no es muy común. No existe una cura para este mal. Existe, eso sí, un paliativo. Ya sé que lo que voy a escribir parecerá un chiste y hasta creas que es una cargada, pero es la más santa de las verdades. El remedio que le dan a esta pobre gente es... escuchar música. Para tapar la otra ¿Estamos todos locos o me parece a mí?

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)