05 diciembre 2012

Kirchner y el servilismo de los obsecuentes


Por Humberto Acciarressi

Existe, en el variopinto mundo de los chupamedias, cosas que uno tiene la sensación que nunca pueden suceder. Error. Todo es posible. El espíritu de Smither (el lacayo del señor Burns en Los Simpsons) sobrevuela el planeta de cabo a rabo y se ha instalado en la Argentina con un entusiasmo digno de mejores causas.

Ahora, una diputada ultrakirchnerista de la provincia de Buenos Aires, María del Carmen Pan Rivas, propuso bautizar a todas las escuelas bonaerenses que llevan número, con el nombre de Néstor Kirchner. Un dislate de tal magnitud sólo puede caber en la cabeza de un desquiciado, pero parece que no está sola, ya que la iniciativa cuenta con el apoyo de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados provincial.

La Argentina es cosa seria. Mientras Juan Domingo Perón descansó durante años en el Cementerio de la Chacarita e Hipólito Yrigoyen -junto a Illia y Leandro Alem- en el Panteón de los Caídos del Cementerio de la Recoleta, Néstor Kirchner tiene lo más parecido a un monumento funerario egipcio. Y como si fuera poco, tiene más calles, avenidas, monumentos, escuelas, hospitales, certámenes de fútbol, etc, etc, que cualquier otro ex presidente argentino, incluyendo al mismo Perón y ni hablar de Evita.

Claro que delirantes proyectos como el de la diputada bonaerense no prosperarían si los gobernantes no tuvieran esa lamentable y perniciosa costumbre de querer ser alabados todo el tiempo. La figura de Kirchner, gracias a sus obsecuentes, ya se apropió en el "relato" de la figura de Juan Salvo, el héroe de "El eternauta", alguien que no tiene absolutamente nada que ver con él, para quien haya leído la historieta. Ahora hicieron una película que da vergüenza ajena, y a la que le tuvieron que buscar una directora porque el anterior no se quiso prestar a propaganda tan servil.

Al paso que vamos, no faltará el autoritario que proponga, con el voto de sus pares, la obligación de ponerle de nombre Néstor a todo niño nacido en suelo argentino. Incluyendo a las nenas. Un mamarracho.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)