Por Humberto Acciarressi
Los últimos días del oso Winner no fueron precisamente una fiesta, aunque él le diera alegría a todos aquellos que se acercaban a su jaula en el zoológico de Buenos Aires. Era macho y con sus catorce años (la mitad de lo que podía haber vivido normalmente) se refrescaba lo más pancho en su pileta de 145 mil litros de agua. La osera, sin embargo, no es el Artico, de donde provienen los de su especie, aunque él haya sido traído desde Chile.
Winner, en el devaluado zoo porteño, era uno de los animales más queridos. Ahora las autoridades del lugar señalan que padeció una tremenda combinación que, agregó yo, nadie parece haber advertido. Los inusuales picos de temperatura combinados con la pirotecnia de los últimos días, erosionaron la salud del oso polar. El "rey del Artico", como se conoce a los de su especie, murió por el ruido y un calor de pesadilla.
Funcionarios del zoo dicen que al haber nacido en cautiverio, Winner no podría haber soportado bajas temperaturas ¿Entendés? En criollo, una térmica de 50 grados no debería haberlo afectado, ya que sus hermanos, los osos marrones, están lo más bien. Un comunicado añade que el lugar donde encontró la muerte era el adecuado de acuerdo a normas internacionales. Y enfatizan que era nervioso.
No es la primera vez que se pone en tela de juicio a la víctima. No soy veterinario y no sé nada del cuidado de animales en cautiverio. Sí tengo dos perros que en los últimos días anduvieron como zombies. Ni fuerza para ladrar tenían. La mayor preocupación fue que tuvieran mucha agua, fresco, y un par de gotitas de Acedan para no sufrir el stress de la pirotecnia. Insisto: dos perros, no un oso cuyos antepasados llegaron del Artico.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)