20 diciembre 2012

Fin del mundo: cierran los accesos al Uritorco


Por Humberto Acciarressi

Seguimos con la inminente llegada del fin del mundo, que como ya sabés, será el viernes. E insisto. Si lo que dicen los delirantes creyentes en las profecías mayas es cierto, no hay nada más importante que esto. Y las autoridades de la cordobesa localidad de Capilla del Monte así lo entienden, ya que han resuelto que desde mañana hasta el domingo a la madrugada, se cerrarán todos los accesos al cerro Uritorco por temor a "un suicidio espiritual masivo", ante los anuncios apocalípticos.

Estaba a punto de escribir algo sobre el intendente del lugar, Gustavo Sez, pero me contengo. Porque los datos le dan la razón. Resulta que algún microcéfalo hizo una convocatoria por Facebook llamando al mentado "suicidio espiritual". Hasta allí todo muy rico, pero hay mucha gente más cercana al topo que al ser humano. Y no uno ni cien, sino más de mil concurrieron para cabecear meteoritos con sus duros cráneos.

Lo más lindo es que se estimaba que al lugar acudirían unas quince mil personas, ya que el sitio es llenado siempre por gente que acude para hacer contacto con extraterrestres. Pero parece que la "Gran Convocatoria" -así la denominan- asustó a muchísimos, que le tienen más miedo a los sectarios dementes que al fin del mundo. Y hacen bien. No sea cosa que a alguno le pinte el Jim Jones y, como aquel loco en Guyana, mande al cajón a mil personas

¿Hace falta recordar que Jones empezó a fomentar entre sus adeptos la idea del fin de mundo sosteniendo que el Apocalipsis era un evento cercano y que el Anticristo estaba encarnado en quienes querían destruir su Templo del Pueblo? Por lo dicho, creo humildemente que tienen razón las autoridades de Capilla del Monte. Nunca falta el estúpido que en medio de una meditación, tira en los vasos con bebidas cola unas gotitas de cianuro. El resultado puede ser un espectáculo bastante espantoso para los terráqueos que se pasean por el cerro y para los extraterrestres que llegan en sus Ovnis a ofrecer sus espectáculos a la gorra.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)