Por Humberto Acciarressi
Una lluvia feroz caía sobre Buenos Aires cuando José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte de España, le comunicó telefónicamente a Juan Cruz Ruiz que era el nuevo Premio Nacional de Periodismo Cultural de España. Segundos después decía, con alegría contenida: "Esto es un reconocimiento a un grupo integrado por quienes hemos hecho durante los últimos treinta años la cultura del diario El País". Su celular, durante la charla que mantuvimos en el hotel donde se aloja, no paró de sonar. Merecido galardón para quien en la actualidad es el director adjunto de El País, del que fue uno de los fundadores. Su ficción, en tal sentido y según sus palabras, convive "incestuosamente" con su larga obra periodística.
Juan Cruz Ruiz desborda simpatía y no hay tormentas que le opaquen el ánimo. Salvo si alguien, en una confitería semivacía, pone música tan alta que esconde los matices de una conversación. En Buenos Aires una vez más, en esta ocasión como jurado del Premio Clarín de Novela, este notable periodista y gran escritor, se apasiona hablando de sus inicios. "Se cumplen cincuenta años de mi debut profesional en el periodismo. Fue en 1962 con una crónica deportiva en el periódico Aire Libre, de Tenerife. Era un chiquillo y el editor le hizo un copete, como ustedes le dicen acá, en la que manifestaba su sorpresa ante un joven que manejara tan bien la sintaxis.
Flor de espaldarazo, ¿no?
Es muy cierto. Y ese fue un estímulo que no ha parado. Nunca he dejado de estar relacionado con la letra impresa y con los periódicos. Si por mí hubiera sido, habría escrito todos los días de mi vida.
¿Cómo lográs esa difícil conjunción entre periodismo y ficción?
El periodismo y la literatura son parientes tan próximos, que juntarlos produce incesto. Y ese incesto nos pone felices. Yo le digo a los compañeros de El País que si no está bien escrito, el periodismo no es periodismo.
Actualmente, ¿no existe una uniformidad que puede ser peligrosa?
Estoy de acuerdo. Creo que el periodismo requiere de algunas cosas que no se pueden saltar: el rigor, el contraste... Un periodismo sin referencias culturales es extremadamente pobre. En España es interesante lo que se hace en periodismo deportivo.
Y eso debería ser bueno, ya que es uno de los más leídos.
El periodismo es periodismo, sin divisiones. Me encanta leer crónicas de política, nutritivas, con referencias, capaces de tener metáforas sin empalagar.
¿No creés que hay una tendencia a subestimar al lector?
Mucho. Los periodistas de radio, televisión, prensa escrita, tratan a la gente como si fueran extranjeros. Por eso le "gritan", como decimos nosotros en el campo español. Eso pasa cuando el periodista no sabe. El mejor periodista es aquel que se toma su tiempo para contar lo que sí sabe. En España, el periodista ha creído que su opinión es más importante que la de los otros. Hay que enseñarle a los jóvenes que a editorialistas se llega con el correr de los años.
¿Podés imaginar lo que viene?
El periodismo del futuro se parecerá al periodismo del pasado. Porque será otra vez buena escritura al servicio de los hechos. Pienso, por ejemplo, en Hemingway. El periodista debe saber cuál es el tono de su voz. Y éste lo imponen los hechos. Si él tiene una sintaxis buena, su nota será la mejor.
¿Como te llevás con tus incursiones en el plano digital?
Leo blogs, tengo tuiter y blog, ya lo sabés, pero soy periodista. No quiero ser un comunicador de telegramas. Para eso hubiera estudiado de telegrafista.
¿Qué opinión te merece la intervención del poder en los asuntos del periodismo?
Creo que hay en Argentina, Venezuela, Cuba y algunos otros países, la intención declarada de convertir al periodista en patrimonio gubernamental. Y el periodista está para servir a la sociedad. Cuando no se respeta esa máxima, los gobernantes están condenados a mirarse todo el tiempo en el espejo, al punto que un día éste se rompe. El gobierno argentino, que conduce a una sociedad tan culta, no puede llevar a la ciudadanía a pensar que el periodismo tiene que estar a su servicio y no al de la gente. Es un error que va contra el papel del periodismo.
(Publicado en la sección Cultura, de La Razón, de Buenos Aires)