La noticia es peor que un golpe en la nuca con un ladrillo. Es casi como que a un chico le saquen, mientras duerme, los caramelos de la valija. Es tan tremendo como esconderle el bastón a un ciego. Es tan perverso, que al lado de esta noticia, el fin del mundo es vermouth con papas fritas. Uno a uno, la post modernidad va tirando los mitos establecidos a la papelera de reciclaje de la vida.
Ahora, en medio de este caos, científicos australianos -luego de casi dos décadas de investigación- arribaron a una conclusión poéticamente triste: los dinosaurios no puede ser resucitados. Todo lo expuesto en "Jurassic Park", el film de Steven Spielberg, es falso. No hay clonación posible, no hay tu tía. El ADN no sobrevive más de 6,8 millones de años y los dinosaurios desaparecieron hace 65 millones. Una bocha de tiempo que no resiste ni siquiera comenzar a experimentar.
Sin embargo, uno de los expertos acotó que es probable que se pueda extraer una cantidad significativa de ADN de restos de alrededor de un millón de años de antigüedad y "hacer algo con ellos". Lo que no explicó es de dónde va a sacar un dinosaurio tan cercano en el tiempo. A esta altura, y después de casi dos décadas de estudios, tengo la impresión que estos vivos quieren seguir cobrando el subsidio por investigación. Si aparece un tiranosaurio de goma, mirá para Australia.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)