31 octubre 2012

Catarina todavía es virgen y el japonés espera


Por Humberto Acciarressi

Recordás el caso de Catarina Migliorini, la joven brasileña que subastó su virginidad por 780 mil dólares. El millonario japonés que puso verde sobre verde es conocido como Natsu, y no se sabe más nada de él. Salvo que ni bien bajaron el martillo de remate tres veces, se puso en contacto con una productora australiana de películas pornográficas y cerró con ella varios negocios. Todos giran en torno a lo mismo: él tendrá sexo con la chica en un avión, como parte del documental Virgins Wanted.

Catarina, por su lado, al principio "generó" dos grupos reflejados en las redes sociales: uno decía que era una loca; el otro que era una prostituta en su plenitud. Si la idea fue suya, es brillante, ya que de ser virgen se convirtió en la hetaira mejor paga del mundo de las desconocidas. Pero algunos sintieron un poco de lástima cuando la brasileña dijo que lo hacía porque quería estudiar medicina en la Argentina. Ahora resulta que eso era un bolazo. Después de haberlo expresado lo desmintió. Claro que eso fue antes de la subasta y ahora tiene en la cartera casi 800 mil dólares.

La chica de 20 años señaló que sus padres tienen las condiciones para financiar sus estudios y "en realidad fue algo que me gustó hacer por aventura y no por necesidad económica". Para darse cuenta del objetivo de la brasileña basta un ejemplo. Y lo confiesa ella. No le interesa si el japonés es lindo o feo, joven o anciano. "Es un negocio, ninguno de esos aspectos tienen relevancia", manifestó.

Todo muy rico, hasta que el fiscal general de Brasil, Joao Pedro de Saboia, solicitó que se abra una investigación, que no se permita que se concrete el delito y que Australia deporte a Catarina Migliorini por ejercer la prostitución. Los productores de la peli dicen que el acto se llevará a cabo en un vuelo entre EEUU y Australia, que no reprimen ese delito. Pero el fiscal es contundente: "Es tráfico sexual, cuya represión está prevista en tratados internacionales". Mientras, el tal Natsu se come las uñas como un chico.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)