Por Humberto Acciarressi
Cuando Jesús puso la mano sobre el hombro de un pescador y le dijo "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", ni uno ni otro podrían haber imaginado que muchos Papas más tarde, un tal Benedicto XVI estaría coqueteando con las nuevas tecnologías, en un lugar tan radicalmente opuesto a aquellas sucias aguas que le pusieron el marco a la escena del comienzo. Y sin embargo fue -es- así.
En las pasadas jornadas, el Sumo Pontífice se convirtió en el primer Papa twittero y aprovechó sus 140 caracteres para escribir en inglés: "Queridos amigos, acabo de lanzar http://www.news.va/ . Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo. Con mis oraciones y bendiciones. Benedicto XVI". Bastante bien por ser el primero, e incluso pasó un "chivo".
La idea, hay que ser justos, no fue de él, sino del arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Pero el Papa aceptó de inmediato porque quiere estar "allí donde el hombe se encuentre, incluso en el espacio cibernético". La anterior revolución tecnológica de la Iglesia fue el 12 de febrero de 1931, cuando Pío XI inauguró la Radio Vaticana y envió un radiomensaje en latín a sus fieles. Es cierto que unos siglos atrás (no tantos) Benedicto hubiera sido condenado como hereje y saboreado al spiedo por sus amigos de la Santa Inquisición. Por suerte, por lo menos en este sentido, las cosas cambiaron.
No es un dato menor que Celli destaque que Benedicto, teólogo e intelectual de 84 años, no usa computadora ni navega en la red de redes. "El mundo de Internet lo sorprende y lo fascina", precisó, y es inevitable imaginarlo contento como un perro con dos colas. Supongo que tendrá asesores que le impidan entrar sin querer en páginas "XXX", no sea cosa que se quede seco en pleno twitteo. Y ahora que lo pienso: ni Nostradamus ni ningún otro aventurero de estas cuestiones, había vaticinado un Papa twittero ¿Será nomás que el fin del mundo es mentira y tenemos mucho tiempo para seguir twitteando?
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)