Por Humberto Acciarressi
Primero fue Bruno Ganz en el papel de Hitler en La Caída, interpretando a hinchas de River, Boca, Independiente, etc, o de la selección argentina, alemana, española y compañía. Después los videos de Obama refiriéndose, en general, a los mismos temas. Ahora la nueva estrella salida de You Tube es el Tano Pasman, presunto hincha de River, aunque ahora ya está en videos sobre el triunfo de Macri en la ciudad de Buenos Aires, mirando a la selección nacional, haciendo zapping por la TV vernácula. En Twitter, caja de resonancia de todos estos temas, ya hay quienes dicen que es una cargada al Toti Pasman, otros que es un extra teatral, unos lo comparan con el video del gato que ladra. La verdad es que You Tube da para todo.
Hasta el momento, el video del Tano Pasman insultando a jugadores, árbitro, familia, televisor, y todo lo que se cruce en su camino en la televisación del primer chico de River contra Belgrano (el original, el que dice que "el Tano Pasman de Facebook es falso" y aclara que "no hay video del segundo partido" en el Monumental), fue visto en los primeros tres días por 2.397.767 personas. Tuvo más espectadores que las elecciones porteñas. Después le hicieron un reportaje en un medio gráfico y otro televisivo. Y no te extrañe que en breve esté trabajando en un stand up en el Paseo La Plaza.
Pero más alla de si es verdad o mentira, si no es algo preparado (interrogantes que plantea la postmodernidad) o si es el inicio de una campaña de cualquier cosa, el Tano Pasman nos pone de frente a lo que el futbol significa para nosotros. Esa pasión desenfrenada, que coloca al pobre tano al borde del colapso cardíaco, resume -como nada visto hasta ahora por este columnista- lo que el futbol representa para los argentinos (hasta los músicos, desde los Rolling hasta AC/DC, pasando por Luis Miguel dicen que es el público más pasional). Eso que no entienden en otros países, eso de lo que nos quieren privar los que hacen todo (y aún más) para seguir enviando a nuestro futbol a dónde ni el tano Pasman ni nadie se merece.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)