Por Humberto Acciarressi
Todos los días se aprende algo nuevo. Y jornada a jornada, uno va advirtiendo con lujo de detalles que no nació para los negocios. Yo, por lo menos, me declaro un negado total. Jamás se me hubiera ocurrido hacer lo de Dennis Hope, que en 1980 registró a su nombre la Luna y todos los planetas del sistema solar. Lo más lindo es que nadie se le rió en la cara, ni lo encerraron por loco, ni le hicieron un test de alcoholemia para verificar cuánto bebió antes de ir a realizar trámite tan obtuso. Muy por el contrario, como existía un vacío legal en el Tratado del Espacio Exterior, establecido por la ONU en 1967, le dieron curso al reclamo ¿Qué había pasado? Que el tratado señala que ningún estado o nación puede apropiarse de un planeta o una estrella. Pero en ningún lado menciona a un particular ¿Entendiste, no? El visionario se tomó el trabajo de estudiar el asunto. Primero se presentó a un juzgado norteamericano, donde le fue concedida la Luna.
Luego, entusiasmado como un perro con dos colas, se hizo presente ante las Naciones Unidas. Y ahora leé bien lo que viene. En el máximo organismo presentó una declaración de posesión de los planetas con sus respectivas lunas. Luego dividió nuestro satélite e inició su venta a través de una...¡¡¡ embajada lunar!!! La Luna, Mercurio, Marte y Venus son los planetas más pedidos por los inversionistas. Hope vende 1.500 terrenos diarios, y ya han comprado "sus" lotes unas seis millones de personas en 80 países del mundo. Entre ellos, 1741 argentinos ya adquirieron sus terrenitos a 36,50 dólares el título de propiedad. Unos 250 invirtieron en Marte. Nuestro país es el segundo después de Brasil en estas compras ridículas. Los sigue Chile. Esta es la exacta combinación entre un vivo del año cero y millones de idiotas.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)