Desde que en 1980 Julio Cortázar escribió uno de sus últimos libros de cuentos, "Queremos tanto a Glenda", inspirado en el amor platónico que sentía por Glenda Jackson, ese título se convirtió en un clásico excesivo del periodismo. Similar, en todo caso, al "Crónica de una muerte anunciada" o "En busca del tiempo perdido", aplicándoselo a cuestiones rebuscadas hasta el cansancio. Fue en lo primero que pensamos cuando el Centro Cultural Borges anunció que a partir del 6 de febrero se exhibirá en su sede, en Viamonte y San Martín, la muestra "Queremos tanto a Woody", una visión del artista plástico Hugo Echarri sobre el director neoyorquino. Sin embargo, a juzgar por el material que hemos visto, el nombre de la exposición está muy bien acreditado.
Con la curaduría de Diana Saiegh -que por su lado contó con la colaboración de Virginia Fabri-, una instalación y 25 pinturas de gran tamaño dan cuenta, de manera altamente eficaz, de la personalidad del creador y recreador de "Manhattan" y sus personajes. Siendo el arte de Woody y el de Echarri la imagen, no es frecuente hacerlos entrelazar con fortuna. Pero infrecuente no es imposible y éste es el caso. El autor de las obras se da hasta el lujo de hacer interactuar a Allen con poetas como César Vallejo y leyendas populares como el Gauchito Gil, recurriendo a técnicas que van desde el dibujo hasta los fotogramas de películas intervenidos, pasando por fotografías y otras disciplinas. "El uso del color es una de las claves para captar los trabajos de Echarri que, desprejuiciadamente, arremete con la fuerza de sus verdes brillantes, los azules plenos y los rojos desafiantes”. dice la curadora.
Echarri, con más modestia, asegura que sus “obras son apenas un tributo y un reconocimiento a un artista lucido del tiempo y la sociedad que me toca vivir”. A lo que añade muy categóricamente: “Si algo caracteriza a nuestra sociedad y al cine de Allen es el individuo sumergido en sus obsesiones y su inestabilidad emocional, producto de factores políticos, sociales y económicos. Por ello, quienes constituimos el público de sus películas nos sentimos no sólo interpretados por su mirada, sino reflejados en algunos de sus variados personajes”. Si las películas de Woody poseen un relieve existencialista en torno a las preocupaciones humanas en tono humorístico, las pinturas que lo homenajean en esta muestra no carecen del mismo sentido. Pero una imagen no se puede "contar". Habrá que visitar el Borges entre el 6 de febrero y el 6 de marzo, y que cada uno saque sus propias conclusiones.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)