JAMES JOYCE FOTOGRAFIADO POR GISELE FREUND |
Por Humberto Acciarressi
Con mucha justicia, James Joyce es recordado por su "Ulises" (1922), por "Finnegans Wake" (1939) y naturalmente por su "Retrato del artista adolescente" (1916). Pero otra de sus obras memorables, "Dublinenses", cumple este año su centenario, por lo cual hay que sospechar que no sólo en Irlanda, sino en todo el mundo, se celebrará el único libro de cuentos del autor nacido en un barrio de Dublin y fallecido, en Suiza, el 13 de enero de 1941. Curiosamente, Joyce había comenzado a escribir los relatos que componen el volumen en 1904, antes de su debut en la literatura con las poesías de "Música de cámara". Por esos años también redactaba "Stephen Hero", pero éste sólo sería publicado tres años después de su muerte.
"Dublinenses" -que originalmente contenía doce cuentos a los que más tarde se le sumaron dos y luego uno más- está referido fundamentalmente a su infancia, o mejor dicho a la visión que un chico puede tener de los adultos de su pueblo. "Deseaba que sus contemporáneos, en particular los irlandeses, se echasen un buen vistazo en su bruñido espejo, pero no para aniquilarlos. Tenían que conocerse a sí mismos para ser más libres y estar más vivos", sostiene su biógrafo Richard Ellmann. Lo cierto es que en los relatos es tan sarcástico y crítico, que el editor lo tuvo en sus manos en 1906 y recién lo publicó en 1914. Se ha señalado, con estricta razón, que quienes se negaban a editar la obra eran... los linotipistas. En esa época eran los responsables de lo que saliera de la imprenta, de acuerdo a las leyes.
Con tan curiosa censura de por medio, el hombre que iba a convertirse en uno de los pocos revolucionarios de la literatura universal, siguió escribiendo, sufriendo ataques y recibiendo apoyo de su incondicional Ezra Pound. Martín de Riquer valora largamente la pureza expresiva de los cuentos de "Dublinenses", que mereció inmensas loas de parte de colegas escritores y gran rechazo de la clase media irlandesa que se veía relejada en esos cuentos naturalistas en los que quedaba muy mal parada. Cabrera Infante y Vargas Llosa -el primero autor de una traducción del libro- resaltaron muchas décadas después, la poca importancia que le fue dada a esta obra en el mundo de habla hispana. Poco a poco, luchando contra la abrumadora y justa fama del "Ulises", "Dublinenses" se fue abriendo paso. En el año de su centenario, tal vez llegue al final de ese camino soñado tempranamente por el escritor irlandés.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
Con mucha justicia, James Joyce es recordado por su "Ulises" (1922), por "Finnegans Wake" (1939) y naturalmente por su "Retrato del artista adolescente" (1916). Pero otra de sus obras memorables, "Dublinenses", cumple este año su centenario, por lo cual hay que sospechar que no sólo en Irlanda, sino en todo el mundo, se celebrará el único libro de cuentos del autor nacido en un barrio de Dublin y fallecido, en Suiza, el 13 de enero de 1941. Curiosamente, Joyce había comenzado a escribir los relatos que componen el volumen en 1904, antes de su debut en la literatura con las poesías de "Música de cámara". Por esos años también redactaba "Stephen Hero", pero éste sólo sería publicado tres años después de su muerte.
"Dublinenses" -que originalmente contenía doce cuentos a los que más tarde se le sumaron dos y luego uno más- está referido fundamentalmente a su infancia, o mejor dicho a la visión que un chico puede tener de los adultos de su pueblo. "Deseaba que sus contemporáneos, en particular los irlandeses, se echasen un buen vistazo en su bruñido espejo, pero no para aniquilarlos. Tenían que conocerse a sí mismos para ser más libres y estar más vivos", sostiene su biógrafo Richard Ellmann. Lo cierto es que en los relatos es tan sarcástico y crítico, que el editor lo tuvo en sus manos en 1906 y recién lo publicó en 1914. Se ha señalado, con estricta razón, que quienes se negaban a editar la obra eran... los linotipistas. En esa época eran los responsables de lo que saliera de la imprenta, de acuerdo a las leyes.
Con tan curiosa censura de por medio, el hombre que iba a convertirse en uno de los pocos revolucionarios de la literatura universal, siguió escribiendo, sufriendo ataques y recibiendo apoyo de su incondicional Ezra Pound. Martín de Riquer valora largamente la pureza expresiva de los cuentos de "Dublinenses", que mereció inmensas loas de parte de colegas escritores y gran rechazo de la clase media irlandesa que se veía relejada en esos cuentos naturalistas en los que quedaba muy mal parada. Cabrera Infante y Vargas Llosa -el primero autor de una traducción del libro- resaltaron muchas décadas después, la poca importancia que le fue dada a esta obra en el mundo de habla hispana. Poco a poco, luchando contra la abrumadora y justa fama del "Ulises", "Dublinenses" se fue abriendo paso. En el año de su centenario, tal vez llegue al final de ese camino soñado tempranamente por el escritor irlandés.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
PRIMERA PAGINA DE LA PRIMERA EDICION DE "DUBLINENSES" |