El año pasado - la fecha exacta y el tiempo de grabación se perdieron en el tiempo- se cumplieron 45 años del primer disco de Velvet Underground, que llevaba por título el nombre de la banda con el añadido del de la alemana Nico, pero que la historia recuerda por la tapa de la banana realizada por Andy Warhol. El factotum de aquel grupo era uno de los artistas más versátiles e influyentes de los surgidos en la segunda mitad del siglo XX: el poeta y músico neuyorquino Lou Reed, cuyo fallecimiento se produjo el último fin de semana. Lo acompañaban en la aventura el galés John Cale, formado en el minimalismo; Sterling Morrison, un violero amante del country: y Maureen Ann "Mo" Tucker en la batería, que tocaba parada y de manera muy extraña por lo bajita que era.
Por esa época, Andy Warhol andaba buscando una banda de rock para que se presentara en su Factory, y por esas vueltas del destino se cruzó con los Velvet. Palabra va, palabra viene, se convirtió en el productor e impuso para ese primer disco a la modelo alemana Nico, que venía de tener una breve aparición actoral en "La Dolce Vita", de Federico Fellini. La idea no les gustó mucho a los músicos, ya que Christa Päffgen (verdadero nombre de Nico), era sorda de un oído y cometía muchos errores. Pero el disco, que vendió apenas 35 mil copias en cinco años (el legendario Brian Eno señaló alguna vez que por cada uno que se vendió, después nació una banda musical), salió con el nombre de "The Velvet Undergroun and Nico". Pero aquellos músicos vestidos de negro en plena psicodelia se convirtieron en uno de los grupos más influyentes de todas las épocas, y la placa de la banana más famosa, en una de las más compradas a partir de mediados de los setenta.
Ya para el segundo disco, "White Light/White Heat", Lou Reed había echado a Warhol y a Nico. Este poeta de Brooklyn, artista plástico, instrumentista múltiple, explorador de diferentes estéticas, cuyo objetivo - logrado - era crear la gran novela americana pero a través de la música, se hartó rápidamente de los caprichos del ícono de pop y de su mimada modelo alemana. Los Velvet grabaron cuatro disco antes de que Reed diera las hurras y se largara como solista. Considerado como el padre del rock alternativo, este amante de los submundos culturales se mantuvo ajeno a las políticas de difusión de las grandes compañías discográficas. Y cuando grabó con alguna lo hizo poniendo antes las cosas en claro.
Unos veinticinco discos (algunos épicos como "Transformer" o "Berlin"), centenares de recitales -en muchos de los cuales combinaba la música con la iluminación leve y los recitados de poesía-, la militancia política en favor de los más desposeidos a quienes se refería en sus versos, sus vueltas sentimentales (la muerte lo sorprendió casado con la multifacética Laurie Anderson), su mirada única del mundo del arte, son apenas algunas de las cosas que se pueden mencionar sobre este artista impar. Lou Reed estuvo tres veces en la Argentina: en 1996 presentó "Set The Twilight Reeling"; en el 2000 "Ecstasy"; y en el 2008 retornó con Anderson, para intervenir, sorpresivamente, en la canción Lost Art Conversation, del disco "Homeland", de su esposa.
Por sus adicciones, cuando grabó el primer disco de Velvet tuvo que suspender algunos ensayos por una hepatitis. Casi medio siglo más tarde, hace cinco meses, le fue trasplantado el hígado y se presume que se reciente muerte fue una derivación de esa operación. En el film "Tan lejos, tan cerca", secuela de "Cielo sobre Berlín", Wim Wenders prosigue con sus aventuras de ángeles con problemas existenciales. Hay un momento en el que Otto Sander ve en una columna en la calle que Lou Reed se presentará en un boliche. Entra en él y se sienta para escucharlo cantar Why Can´t Be Good. Es un bello momento para recordar al músico y además al actor, muerto también recientemente.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)