03 octubre 2013

García Ferré y sus personajes, a orillas del río


Por Humberto Acciarressi

El Museo del Humor, en la avenida De Los Italianos 851, en el hermoso edificio en donde hasta los primeros años de la década del setenta funcionó la Munich de la Costanera, es uno de los lujos arquitectónicos que tiene Buenos Aires. Allí, lejos los años en que la alta sociedad porteña iba a beber cerveza mirando un río mucho más limpio que el actual, en el presente funciona la sede de la Dirección General de Museos porteña y hay salas teatrales, musicales, de muestras plásticas, internas y al aire libre según la época del año. En esa bella construcción se encuentra, entre otros, el Museo del Humor. El mismo contiene una exposición permanente de dos siglos de caricaturas e historietas gráficas argentinas, un microcine en el que se proyectan películas como -por ejemplo- "Upa en apuros", el primer dibujo animado en colores del país, dirigido por Tito Davison con guión de Dante Quinterno, estrenado en 1942.

En la tercera de las salas del Museo del Humor se encuentra el recinto de las exposiciones transitorias, que suelen ser -afortunadamente- bastante duraderas. A pocos meses de la muerte en Manuel García Ferré, era lógico que alli se realizará una retrospectiva de su obra, no para recordar -ya que está siempre presente- sino para estudiar la trayectoria de este artista gráfico, historietista y animador argentino de origen español. Inaugurada días atrás, la muestra se extenderá hasta el 3 de diciembre, lo que da un buen margen para visitarla, no una, sino dos o tres veces, de lunes a viernes de 11 a 18, y sábados, domingos y feriados de 10 a 20.

Los personajes más emblemáticos de García Ferré no faltan, obviamente, en la exposición de homenaje: Anteojito, Hijitus, Largilucho, Oaki, Petete, Calculín, Serrucho, Pucho, el doctor Neurus entre ellos. Pero también hay películas, dibujos animados, publicaciones y hasta merchandasing para quienes vivieron su infancia leyendo o mirando en TV las andanzas de estos clásicos de nuestra historieta, tomando una chocolatada en los paréntesis de la tarea para el hogar que les habían dado en la escuela. Hay algo que no todos saben. Cuando el MuHu abrió sus puertas, García Ferré concurría hasta tres o cuatro veces por semana, entusiasmado con las muestras ajenas, siempre sugiriendo cosas para que el museo se metiera definitivamente en el corazón porteño. El falleció hace poco y es justo que, ya huérfano de sus visitas, el MuHu tenga ahora a sus personajes en representación suya.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)