Todos los 14 de febrero, los enamorados del mundo entero se entregan a los placeres de los regalos recíprocos y celebran su día de la forma que encuentran más adecuada. Naturalmente, el comercio prospera por unas horas y los floristas venden sus ramos en precios cercanos al de una Ferrari. En lo referido al santo llamado Valentín, hay tres candidatos firmes para el papel, todos ejecutados en el año 270 por el emperador Claudio II: un mártir africano, un obispo y un médico que se hizo sacerdote y casaba a los soldados. Por razones más que obvias, personalmente me inclino por el último, cuyo destino fue terminar con la cabeza separada del cuerpo de un hachazo.
Pero ahora nos referimos a uno de los hechos más resonantes ocurridos en un Día de San Valentín. El 14 de febrero de 1929 -es decir hace 85 años, cuando en los Estados Unidos estaba en auge la Ley Seca- el capomafia Al Capone tenía algunos problemitas con su archirival Bugs Morán. Te ahorro los detalles previos, pero baste señalar que el célebre gánster resolvió terminar con sus dolores de cabeza con unos cuantos kilos de plomo. En la noche de los enamorados, varios de los compinches de Bugs Morán se encontraban bajando un cargamento de alcohol en un galpón. Entregados a esa noble tarea advirtieron que llegaban un patrullero y un par de autos, de los cuales bajaron tres policías y dos civiles.
Acto seguido, los siete mafiosos fueron puestos contra la pared. Afuera, Morán que recién arribaba vió algo extraño y se escondió en una cafetería. Desde allí oyó el rugir de las ametralladoras Thompson que los hombres de Capone, disfrazados de policías, descargaban sobre sus rivales en el comercio de bebidas alcohólicas. Quien estaba a cargo del operativo mafioso hoy conocido como La Matanza de San Valentín fue un hombre de Capone llamado Jack McGurn, mentado por la mafia y la policía como 'Machine Gun'.
Con los cuerpos de los siete muertos aún frescos, ya se sabía que no habría condenados por la masacre. A McGurn le bastó una coartada: había pasado el día con su novia, Louise Rolfe. Capone, por su lado, pudo probar que se encontraba en Miami, aunque el episodio dio pie a su decadencia, que culminó con su condena por evasión impositiva en 1931. Lo más curioso es que el último en morir de todos los involucrados fue Bugs Morán, quien dejó este mundo en 1957, sin haberse recuperado nunca de aquel golpe de su enemigo. Una de las mejores cosas que dejó aquella lúgubre jornada fue una película dirigida por Roger Corman, "La matanza de la noche de San Valentín", con Jason Robards en el papel principal ¿Y los enamorados? Bien, gracias.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)