JUEZ CLARENCE THOMAS |
El juez Clarence Thomas no es una persona común. Ni siquiera es alguien levemente superior al promedio. Se trata, nada menos, que uno de los ocho jueces que integran la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos y el segundo afroamericano que forma parte del cuerpo en la historia del mismo. Como notarás, Clarence Thomas no es alguien cualquiera. Ni en el fuero judicial ni en su comunidad de origen.
Pero el juez tenía hasta hace unos días una extraña particularidad: no había hablado públicamente desde el 22 de febrero del 2006. No creas que antes era un parlanchín. Para nada. Nunca mostró excesivas manifestaciones orales durante los procedimientos del tribunal. Uno de sus lemas de cabecera es que "la tarea de los jueces es escuchar y no interrumpir los argumentos". Obviamente, para un argentino, esto es más extraño que un unicornio correteando en Plaza San Martín. Acostumbrado a los jueces mediáticos que son apéndices del poder, un tipo como éste es un bicho raro.
Resulta que hace un par de días, el magistrado fue testigo, durante un procedimiento judicial, de una controversia entre dos abogados. La Corte debía elegir a uno de ellos para defender a un condenado a muerte en Louisiana. Aparentemente, uno estaba graduado en la Escuela de Leyes de Harvard, y el otro en la Escuela de Leyes de Yale. En medio de las argumentaciones, uno de sus colegas, el juez Antonin Scalia, señaló que ambos estaban calificados para la defensa, ya que venían de las mejores escuelas de leyes de los Estados Unidos.
Fue justo en ese momento cuando todos sintieron, en voz baja, la frase que alguien interpretó como "bueno, no es así". Y esto porque nadie entendió realmente lo que dijo el juez Thomas, ya que fue él quien habló después de siete años. En los pasillos de tribunales alguien supuso que Clarence quiso hacer un chiste sobre los egresados de Harvard. Otro entendió que fue sobre los de Yale. Pero en realidad nadie lo sabe. La transcripción de la audiencia deja un bache imposible de salvar justo en el momento en donde está el comentario de Clarence Thomas. Pero la noticia, claro, es que habló. Y ahora volvió a callar.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)