10 enero 2013

Los negocios reales de la madre de Kate Middleton

Por Humberto Acciarressi

Como vos sabés, la nobleza -entre otras cosas- te quita hasta el santo nombre que te pusieron tus padres después de mil peleas familiares. Por eso, a Catalina de Cambrigde o Catherine Elizabeth Mountbatten Windsor, nosotros le seguimos diciendo Kate Middleton, la chica que supo ser plebeya. Pero una vez que se enganchó al príncipe Guillermo -el hijo de Diana y el bobo de Carlos- la piba se convirtió en un negocio para sus padres.

Primero, la boda real le sirvió a la ex azafata Carole Elizabeth Goldsmith y al ex despachador de vuelos Michael Francis Middleton, para poner en el cielo de las finanzas su empresa familiar Party Pieces, dedicada a la venta por catálogo de artículos para fiestas. Una investigación de periodistas ingleses puso la lupa sobre el crecimiento del dinero de los Middleton.

Y así pasó el tiempo, hasta que la parejita real anunció que esperaba un hijo. Muchos recordaron, entonces, que Carole -la típica madre interesada de las películas- se encargó de que su hija fuera a la misma universidad de Guillermo...por si las moscas. Cuando comercializó banderitas y coronas para el casamiento, esta señora se limitó a comentar: "Al fin y al cabo nosotros somos un negocio, no una ONG". Una sentimental.

Ya pasaron los años, y el negocio que comenzó en la cocina de los Middleton con Carole haciendo bolsitas con regalos para las señoras del barrio, ahora la hace poseedora de una fortuna calculada en más de treinta millones de libras. Y a la tipa, te juro, no se le escapa una liebre a campo traviesa.

Ahora, mientras su embarazada hija dona ropa para los hospicios de Londres, su madre hace lo que más le gusta: plata. Ya comenzó a comercializar ropa, juguetes y vajillas para bebés, con inscripciones como "A New Little Princess" ó "A New Little Prince". Por supuesto ya le llueven las críticas, pero ella -el padre de Kate es de madera- sigue con los faroles encendidos. La típica mujer que le gana en la milla al Correcaminos.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)